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Coahuila

Trovadores

Por Joel Almaguer

Hace 2 años

Son siglos perdidos en la memoria. Años en los que la vida transcurría diferente a nuestros días. Días que comenzaban y terminaban regidos por la luz del sol. Los años que habitan entre los siglos 12 y 14.

El hombre pasa sus días en periodos de oscuridad dicen muchos, pero quizás debamos voltear a ver los ábsides en las iglesias para ver el esplendor y la luz que también existía.

No todo, acaso, estaba inmerso en las penumbras. Es verdad que fueron siglos difíciles. Sin duda. En estos siglos de desarrollo de técnicas en la agricultura, de modales en la mesa, vieron el cielo músicos itinerantes que divertían a los habitantes de las tierras europeas, principalmente al sur de Francia, aunque también se dieron los casos en Alemania, por ejemplo.

Músicos que esparcían las noticias de pueblo en pueblo, que nos contaban historias de amor. Ese amor cortés como le llaman, lleno de personajes inocentes, ideales, que sobreviven a la adversidad, o no, baste recordar a Tristán e Isolda. De estos siglos, en un lejano 1275 Adam de la Halle creaba el juego de Robin y Marion. Robin Hood.

Y de pronto me doy cuenta que el mundo inmenso en sus siglos es cercano en historias. Siglos aquellos en los que ser pagado con ropa o pan era la meta. Estos músicos itinerantes eran llamados Juglares. Músicos que hacían todo un espectáculo para divertir. Músicos que no eran bien vistos por la Iglesia y la sociedad, pero que convivían.

Los juglares como semilla de las compañías itinerantes que luego darían vida al teatro, y junto a los juglares, los trovadores, músicos que pertenecían a la nobleza y por lo tanto podemos imaginar otra faceta del artista: el trovador era más creador que músico multidisciplinario, componía historias como Adam de la Halle.

Juglares y Trovadores convivieron y enriquecieron una época que nos podría parecer dominada por la música litúrgica. Músicos de la nobleza, los trovadores, y ambulantes los juglares, esparcieron una riqueza literaria y musical que aún hoy nos sorprende. Y para ejemplos Beatriz de Día, de quien tenemos apenas un registro mínimo, pero suficiente para darnos cuenta de la grandeza de esta compositora.

Años de pestes, sí, pero de Boccaccio, Dante, en la literatura y de trovadores y juglares que dejaron testimonio del poder del arte en medio de cualquier época adversa.

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