Ir a meterse a la cama de un Gran Maestro parece cosa sencilla, el verdadero problema radica en cómo salir de allí. En “La tarde que Bobby no bajó a jugar” (Tusquets, 2024), Mayra Montero consigue mezclar la fantasía adolescente con las coyunturas políticas que atravesaron Cuba a finales del siglo pasado. Con gran maestría, la autora consigue tornar lo que parecía una historia simplona de amor juvenil, en una novela gris y desoladora.
La trama sencilla: un grupo de amigas de apenas 14 años, urden conseguir el autógrafo de la superestrella americana de 23 años: Bobby Fischer, quien visitará la isla de Cuba para jugar la Olimpiada Mundial de Ajedrez en noviembre de 1966.
Por supuesto, ellas no saben jugar ajedrez ni les interesa, pero hay otro personaje, un relojero polaco quien les ha ofertado cambiar un vinilo de los Beatles a cambio de la firma. Así es como ambos protagonistas consiguen entrelazar sus historias: la del relojero que evoca fantasmas del pasado y la de Miriam quien sueña con un futuro irrealizable.
El cliché de fanfics: la chica desinteresada en la fama y fortuna de aquel hombre con el que termina envuelta en una situación romántica. Se lo encuentra ‘por casualidad’ semidesnudo y terminan hechizados uno del otro gracias al poder del guion. Pero esta historia jamás podría tener un buen desenlace porque capitalistas y cubanos no se llevan entre sí.
La imposibilidad de viajar, el control de los medios, la suspensión de las celebraciones navideñas para alcanzar las metas de producción de azúcar, y muchos etcéteras que se levantan como un muro infranqueable.
¿Qué esta obra? ¿Una novela autobiográfica? ¿Una historia de amor imposible? ¿Un ensayo político? Omitiendo los tintes pedófilos y el ruido de fondo que implica leer este tipo de historias, podría decir que es buena (tal vez en los 60s mientras el país se va cayendo a pedazos, todo puede vivirse distinto).
¿Pero habrá alguna historia de amor que se escriba fuera de los límites de las crisis económicas y los decretos gubernamentales?
Solía comentar a broma, con mis amigos, sobre los matrimonios pandemia: aquellas parejas que terminamos comprometidas y casadas luego del que nos vimos atrapados en la cuarentena del covid-19. Ya no queda tiempo. El mundo se va al garete y es ahora o nunca. Amar o morir. ¿Habríamos terminado juntos si no hubiesen establecido tantas medidas regulatorias para contener la hecatombe? Nunca lo sabremos.
Podemos fingir que no, pero cada historia de amor es a su vez un posicionamiento político.
Quienes se casan, quienes se divorcian y quienes nunca pueden estar juntos, todos a merced del azar: las tarifas arancelarias, las nuevas enfermedades, la revolución y la guerra. Más allá de la pasión y las ilusiones necesitamos la suerte para que el destino juegue a nuestro favor.
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