Saltillo|Monclova|Piedras Negras|Acuña|Carbonífera|TorreónEdición Impresa
Uno de cada tres votantes latinos que apoyó a Donald Trump se arrepiente de su decisión Bad Bunny invitó a Galilea Montijo a ‘La Casita’, así brilló la conductora de Hoy Despega con Chuchuy / 13 de diciembre de 2025 Director de Miss Universo deja el cargo en medio de denuncias contra dueños de la empresa Florence Welch revela su hilarante reacción al presentarse en el Eras Tour y habla sobre su amistad

Zócalo

|

     

Opinión

|

Información

< Opinión

 

Nacional

Una lección para México

Por Columnista Invitado

Hace 2 semanas

Por: Óscar Mario Beteta

La foto de Donald Trump y Zohran Mamdani en la Oficina Oval sorprendió por su tono.

Hace apenas unas semanas, Trump advertía que elegir a Mamdani era poner al país “en peligro”. Hoy, en un giro que recuerda al viejo pragmatismo político, el Presidente lo llama “racional”, “prometedor” y asegura que hará “todo lo posible” para ayudarlo.

Mamdani, por su parte, calificó la reunión como “productiva” y habló de un propósito común: mejorar la vida en Nueva York. Dos supuestos enemigos jurados, dos polos del espectro político en un punto de encuentro.

Aunque salvando las distancias, el encuentro evoca inevitablemente una comparación histórica: la relación entre Vicente Fox y Andrés Manuel López Obrador cuando uno se convertía en el primer representante de un partido de oposición en alcanzar la Presidencia de México y el otro cimentaba su futuro político en la Ciudad de México. Sin embargo, a diferencia de Fox, Trump no ve en Mamdani a un enemigo político a destruir, sino a un fenómeno que conviene abrazar, al menos temporalmente.

Mientras Fox buscó minar a AMLO desde el poder —basta recordar el intento de desafuero y ataques constantes—, Trump tuvo el suficiente olfato político para ver una oportunidad. Y en este sentido, su instinto es preciso, pues Mamdani es hoy una estrella en ascenso en el panorama político en Estados Unidos.

Su victoria en Nueva York y su narrativa contra la crisis de vivienda lo han llevado a niveles de aprobación arriba del 60%, según encuestas postelectorales. Trump, que navega con una aprobación fluctuante entre 42% y 46% a nivel nacional, sabe que necesita anclajes que le den legitimidad fuera de su base tradicional.

El cálculo de Trump es simple y efectivo. Si Mamdani crece, el magnate puede colgarse de esa popularidad. En un clima político marcado por la inflación, la inseguridad y el agotamiento partidista, aumentar la conexión con un líder joven, carismático y popular —aunque ideológicamente opuestos— le inyecta energía a una presidencia urgida de victorias simbólicas.

El parecido con Fox y AMLO surge en la tensión, no en el tono. Igual que Fox, Trump está obsesionado con la ciudad que siente como suya. Igual que AMLO, Mamdani representa un proyecto político alternativo, crítico del modelo económico dominante y con fuerte arraigo social.

Pero mientras Fox apostó por la confrontación abierta, Trump muestra una flexibilidad impensable en su figura pública: en privado lo elogia, en público lo defiende e incluso corrige a aliados como Elise Stefanik cuando atacan al Alcalde electo.

Lamentablemente, eso no ocurre en nuestro país. Aquí, una oposición con exabruptos que rayan en lo infantil y evidencian una falta de estrategia y pulso político es incapaz de tender puentes con un oficialismo que, por no tener nada que perder y amasar un poder casi absoluto, a menudo cae en la soberbia.

La escena entre Trump y Mamdani también ofrece una lección urgente para México, en un momento en que la polarización pública se ha vuelto una estrategia permanente. Si un Presidente conservador y un Alcalde socialista —después de haberse llamado “déspota” y “comunista”— pueden sentarse a construir acuerdos por el bien de la ciudad más compleja de EU, México debería reinterpretar sus propias coordenadas políticas.

La confrontación total, como la que Fox sostuvo contra López Obrador o la que hoy se replica entre Gobierno y oposición, es un lastre que paraliza decisiones fundamentales, porque incluso los enemigos ideológicos pueden —y a veces deben— encontrar puntos de convergencia.

 

Más sobre esta sección Más en Nacional

Hace 4 horas

FIFA: cheque en blanco

Hace 4 horas

¿Y Venezuela qué?

Hace 4 horas

Poder y perversión