Sin ánimo de aguar la fiesta que representa esta bonita fecha día 10 de mayo, en la que los mexicanos merecidamente reconocemos y festejamos a las madres de todos nosotros, a quienes felicito desde esta columna, me permitiré abordar un tema que, aunque no más importante, es bastante necesario y oportuno, y me refiero a las circunstancias políticas que atraviesa nuestro país y a lo cerca que está la fecha en que decidiremos el futuro rumbo político del mismo.

Hace días, en entrevista radiofónica, expresé mi fundado temor de que la elección que ahora vivimos los mexicanos y que culminará el próximo 2 de junio, la cual se distingue como el proceso electoral más grande de la historia del país, ya que en total se elegirá 20 mil 367 cargos a nivel federal y local, y en la cual se tiene estimada, según el Instituto Nacional Electoral (INE), participaremos más de 97 millones de ciudadanos, por culpa del presidente Andrés Manuel López Obrador está en un verdadero riesgo de ser declarada nula.

Para quien considere que falto a la verdad, al decir que ya hay causales de nulidad de nuestra elección 2024, le comento que, el Capítulo V, en su Artículo 70, de la Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral en nuestro país, establece que las elecciones federales serán nulas por violaciones graves, dolosas y determinantes en los casos previstos en nuestra Constitución Política. El mismo artículo precisa que las violaciones graves son todas aquellas conductas irregulares que produzcan una afectación sustancial a los principios electorales al punto de poner en peligro el proceso y sus resultados.

El citado ordenamiento aclara que se califican como acciones dolosas todas aquellas conductas realizadas con pleno conocimiento de su carácter ilícito, llevadas a cabo con la intención de obtener un efecto indebido en los resultados del proceso electoral. A todo lo anterior se le conoce como causal de nulidad genérica de elección, la cual debe acreditarse al existir irregularidades graves e irreparables durante todo un proceso electoral que, en forma evidente, pongan en duda la certeza de la votación y sean determinantes para su resultado.

Ahora bien, en concordancia con los mandamientos mencionados, le comento que al día de hoy el Presidente de la República contabiliza más de 300 denuncias por violaciones graves a las leyes electorales de nuestro país, lo que hace de manera determinada (dolosa) y por lo visto, no dejará de hacer. Lo anterior, a pesar de que el Instituto Nacional Electoral (INE) o el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) han intentado impedírselo, llevándose en respuesta flagrantes desacatos y desaires a sus requerimientos y amonestaciones.

En febrero pasado, la Unión Interamericana de Organismos Electorales (UNIORE) y los partidos de oposición mexicanos, expresaron sus inquietudes en materia electoral, y aseguran que el narcotráfico y el intervencionismo del Presidente en las elecciones mexicanas son actos plenamente calculados, con el único propósito de generar causales de nulidad para usarlas al final de esta elección. Concretamente, en un escenario en que su candidata no ganara, lo acusen formalmente, incluso el propio Morena, de intervenir en el proceso, para meter al tribunal electoral en el dilema de tener que anular la elección que sea… continuará