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Coahuila

Urge el Andrés Manuel que fue…

Por Alejandro Irigoyen Ponce

Hace 2 años

López Obrador es un animal político en toda la extensión de la palabra. Vive por y para la política, tal como la concibe. Es un hombre forjado en la lucha social y es sin duda uno de los opositores con más herramientas y claridad de objetivos que haya tenido el país. Pero, es hoy, un Presidente concentrado en la discordia, en la batalla cotidiana contra los que concibe como los grandes enemigos de la patria y que genéricamente califica de conservadores, corruptos y fifís.

Es un Presidente que dejó de lado su agenda social —y, lo más grave, su gran promesa de pacificar y reconciliar al país—, para agotarse en las batallas político-partidistas. Es un Presidente anclado en la lucha de trincheras contra aquellos a los que encumbra como enemigos de tal fuerza, a los que debe dedicar horas y horas de su tiempo para descalificarlos; que prioriza el recordar lo que fue México hace 100 años, en lugar de atender problemas puntuales del México de hoy y que pondera el señalar con dedo acusatorio a organismos autónomos, a medios de comunicación y a organizaciones civiles, en lugar de responder a reclamos específicos de grupos o sectores vulnerados por el cambio a rajatabla de las políticas culturales, sociales y económicas.

No es el que prometió gobernar para todos; es al que le urge imponer su visión de país, sobre todo y sobre todos. Es por eso que al que realmente le urge que Morena pierda la mayoría es al Andrés Manuel que aún se encuentra —espero— muy oculto, tras capas y capas de enconos y resentimientos, pero que, si aflora, aún podría ser un Presidente digno para este México, no el que fue hace 100 o 200 años.

Sí, el hombre que gobierna desde las mañaneras, encapsulado en esa burbuja ajena a los problemas reales que atacan todos los días a los mexicanos necesita un gran golpe de realidad. Necesita un escenario no tan cómodo, que le obligue a negociar, a conciliar, a hacer política de Estado, a respetar el marco legal vigente en tanto no se modifica… y ya no más política del más bajo cuño, de esa de “estás conmigo incondicionalmente o estás en mi contra”; de lo único que importa es ganar las batallas contra molinos de viento, pero no contra los problemas reales.

La oferta de los partidos, hoy de oposición, es pobre, de eso no hay duda, pero tal vez si logran arrebatarle la mayoría a Morena, y tras la andanada inicial de acusaciones de fraude, de denostar a la mafia del poder, de acusar un golpe de Estado técnico de los conservadores, corruptos y fifís, de amenazar media docena de veces de mandar “al carajo” a esto y lo otro, tal vez Andrés Manuel reconsidere y deje de lado esas batallas verbales interminables y dedique su tiempo y esfuerzo en lo que realmente le debería ocupar, el sentar bases sólidas para un cambio profundo.

Tal vez sin la mayoría en la Cámara de Diputados entienda finalmente que no se trata de apresurar las cosas y dejar miles, millones de víctimas colaterales en lo que entiende como transformación, sino de dejar un país pacificado y reconciliado que camine finalmente por el sendero de la justicia social, de esa que no se impone a golpes de retórica, sino con trabajo serio y profundo, que es precisamente el que le falta.

Sí, parecerá un contrasentido, pero al Presidente le urge que pierda Morena, por el bien del país y, especialmente, por el bien del Andrés Manuel que fue durante décadas y que hoy, ya con las riendas del poder en la diestra, pues brilla por su ausencia.

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