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Excélsior
Publicado el jueves, 11 de diciembre del 2025 a las 17:53
La aeronave despegó con un piloto y 17 paracaidistas a bordo para un “salto en formación de 16 direcciones”, con un operador de cámara dedicado. Al reducir la velocidad a unas 85 nudos y extender 10° de flap antes de iniciar la salida, el primer deportista “enganchó” el asa del paracaídas de reserva en el flap, lo que desplegó el equipo de forma inadvertida y lo arrastró hacia atrás contra el estabilizador horizontal izquierdo.
El paracaídas se enrolló alrededor de la cola y dejó al paracaidista suspendido bajo el avión.
“El piloto recordó sentir que la aeronave subía de nariz repentinamente, y observó que la velocidad disminuía con rapidez”, explicó el jefe de la ATSB, Angus Mitchell. “Inicialmente, sin saber qué había ocurrido, el piloto creyó que la aeronave había entrado en pérdida y empujó la columna de control y aplicó potencia… pero al ser informado de que había un paracaidista colgado en el plano de cola, redujo nuevamente la potencia”.
Mientras el piloto trataba de mantener vuelo recto y nivelado en medio de vibraciones y con necesidad de aplicar presión hacia adelante y ailerón derecho, 13 paracaidistas abandonaron la aeronave y dos permanecieron en la puerta. El deportista enganchado usó un cuchillo de gancho para cortar 11 líneas del paracaídas de reserva hasta que la vela remanente se rasgó, se liberó y, ya en caída libre, pudo desplegar el paracaídas principal.
“En circunstancias difíciles, el piloto logró controlar la aeronave y aterrizar con seguridad en Tully”, señaló Mitchell. El paracaidista y otro operador de cámara que cayó en el proceso sufrieron lesiones leves; el Caravan presentó daños sustanciales en el plano de cola.
El informe subraya que, aunque no contribuyó directamente al incidente, ni el piloto ni el operador se aseguraron de que la aeronave estuviera “dentro de su peso y balance”. La ATSB recordó que “han ocurrido accidentes mortales de paracaidismo por operar fuera de los límites del centro de gravedad”, y remarcó la necesidad de calcular peso y balance antes de cada carga. La investigación también observó que el piloto no utilizó oxígeno suplementario a la altitud de salto, como requiere la normativa para reducir el riesgo de hipoxia.
La agencia aprovechó el caso para reforzar recomendaciones operativas: ser consciente de la ubicación de las asas —en especial al salir del fuselaje— y portar cuchillo de gancho.
“Llevar un hook knife —aunque no es un requisito regulatorio— podría salvar vidas ante un despliegue prematuro del paracaídas de reserva”, dijo Mitchell. Tras el incidente, el club implementó medidas de seguridad adicionales, incluida la obligatoriedad de portar cuchillo y mejoras en listas de verificación y entrenamiento, según reseñas de prensa.
La Federación Australiana de Paracaidismo (APF), que regula el paracaidismo deportivo bajo la Autoridad de Seguridad de la Aviación Civil, elogió la coordinación y la calma del piloto y del equipo en “una situación única y extrema”, y destacó que el paracaidista “tenía un paracaídas principal funcional como opción”. La APF añadió que la reciente revisión de emergencias y la “capacidad para evaluar la situación” contribuyeron al desenlace favorable.
NEW: Skydiver’s parachute gets caught on the tail of a plane, leaving him dangling 15,000 feet in the air over North Queensland, Australia.
As the parachutist climbed out of the plane, his reserve parachute handle got snagged on a wing flap.
The parachute then deployed and… pic.twitter.com/oVxiOl8bWN
— Collin Rugg (@CollinRugg) December 11, 2025
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