Tienen razón las mujeres que sentencian que tienen todo el derecho de vivir sin miedo; tienen razón las mujeres en que nunca, nunca, es culpa de la víctima el resultar agredida, violentada, asesinada o desaparecida.

Tienen razón las activistas y representantes de colectivos feministas al señalar que las mujeres, todas, tienen el derecho de estar y vestir como les plazca y que resulta una mezquindad el discutir que si fue su culpa por salir de noche o hacerlo solas.

La gran proclama es “nos queremos vivas, libres y sin miedo”, y pues sí, eso es lo que debería ser en un contexto social que en estos momentos resulta casi utópico, ya que nuestra realidad, desgraciadamente, está lejos de garantizar, a plenitud, eso que consigna la proclama.

Por ello se impone el realismo y la cautela. Queda lanzar al aire una serie de preguntas, a las mujeres, especialmente jóvenes:

¿Te sientes segura, a salvo, cuando te subes sola a un taxi de noche?

¿Te sientes segura, a salvo, si decides caminar por ciertas calles, a ciertas horas, sola?

¿Crees que la sociedad te arropa, te protege?

¿Crees que vives en un entorno social maduro, que ha evolucionado y que ha dejado atrás los anclajes de ese patriarcado homicida que tanto se cuestiona y denuncia?

¿Crees que la policía te cuida, que los ministerios públicos y jueces te brindarán justicia si algo pasa?

¿Crees que vives en un entorno libre de sexismo, de machismo?

¿Crees que en las calles por las que transitas, en los lugares a los que vas, no hay hombres violentos, depredadores al acecho de víctimas, esperando cualquier oportunidad para agredir, violentar, asesinar, desaparecer?

Bueno, la respuesta a todas y cada una de estas preguntas es tuya y solo tuya, y tú sabrás si es viable, realista, eso de ejercer tu derecho de estar cómo y cuando quieras, en un mundo, un país, un estado, una ciudad, que simplemente hoy, nos da muchos motivos para tener miedo. Debes luchar, claro, por cambiar de raíz los fundamentos sociales, pero en vía de mientras, debes cuidarte y cuidar a las que te rodean. Desgraciadamente hoy, no hay de otra.