Saltillo
Por
Diana Martínez
Publicado el sábado, 10 de mayo del 2025 a las 13:45
Saltillo, Coah.- Desde una celda en el Centro Penitenciario Femenil de Saltillo, “Alejandra”, como llamaremos a esta madre de familia, sueña con acariciar de nuevo las mejillas de sus hijos, extraña su aroma y la calidez de sus abrazos.
Hace algunos años, mientras amamantaba a uno de sus niños y llevaba a otro en el vientre, fue detenida y procesada penalmente por el delito de privación ilegal de la libertad. A diferencia de otras mujeres, que esperan el nacimiento del bebé en compañía de sus familias, la joven madre pasó el último trimestre de su embarazo entre rejas, con las reclusas y celadores.
Reencontrarse, su sueño
Aunque el Sistema Estatal Penitenciario en Coahuila garantizó la atención médica y sustento del bebé durante sus primeros años de vida, para “Alejandra” fue un proceso difícil.
Después de tres años, como lo marca la ley, el pequeñito dejó el Centro Penitenciario para reunirse con su abuela y hermanitos; desde ese momento son contadas las ocasiones en las que la joven ha visto a sus hijos.
A pesar de que diariamente les habla por teléfono, para saber cómo están y desearles buenas noches, se le parte el corazón cuando le dicen que la extrañan, que quisieran abrazarla y dormir a su lado.
“
Siempre les he mandado dinero a mis hijos, a lo mejor no completan todo con lo que les mando, pero para que ellos vean que a pesar de que estoy aquí, me hago presente”, señaló.
Entre sus deseos más profundos está regresar a su hogar y reponer el tiempo que ha pasado lejos de sus hijos. Desea arroparlos antes de dormir, prepararles sus alimentos y velar sus sueños.
El 80% de las mujeres recluidas en los Centros Penitenciarios femeniles en Coahuila son madres; actualmente, sólo una se encuentra en compañía de su hijo, luego de que dio a luz detenida.
Por el futuro
El Gobierno del Estado facilita la educación a las mujeres dentro del Centro Penitenciario, esto como parte del proceso de reinserción social y con el objetivo de mejorar las posibilidades de que las mujeres privadas de la libertad tengan la oportunidad de una vida diferente.
Cuando Alejandra ingresó, únicamente había estudiado la primaria, pero su afán de ser una mejor persona la llevó a estudiar la secundaria, el bachillerato, y ahora está por iniciar una ingeniería.
Está consciente de que está pagando la consecuencia de sus actos, por lo que únicamente le queda aprovechar el tiempo y trabajar en su desarrollo personal
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