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Cita con la violencia

Por Christian García

Publicado el lunes, 20 de febrero del 2017 a las 10:05


En su nuevo libro de cuentos, Emiliano Monge construye a personajes en situaciones que los ponen al límite.

Saltillo, Coahuila.- La violencia es un mal constante en la vida: se puede encontrar en toda su magnitud en la guerra, pero también de forma sutil y casi invisible en esos pequeños actos que guarda el día a día. Estos últimos son los que el escritor Emiliano Monge (1978) retrata en su libro La Superficie Más Honda (Literatura Random House, 2017).

“Mi idea fue hacer una antología que demostrara esas violencias, que no son necesariamente físicas ni evidentes, pero que están ahí frente a nosotros aunque no las veamos. Intento demostrar esas violencias más subterráneas y soterradas”, dijo Monge en entrevista para Zócalo.

SITUACIONES LÍMITE

Los cuentos de los que se compone este libro son historias que llevan a los personajes hasta el límite; son obras que parten de la idea de ofrecer una fabulación en la que poco a poco van descubriéndose las verdaderas intenciones de sus protagonistas.

“Siempre he creído que los cuentos son un choque frontal de dos historias y así es cómo están construidos estos. La arquitectura narrativa parte de que todos son un encontronazo de dos situaciones, de dos personas, dos universos o dos escenarios: estos encuentros son el germen de la creación de los cuentos.

“También quería que mis cuentos reflejaran la falta de certeza absoluta de la cual escribió alguna vez Ricardo Piglia, en la cual decía que cuando uno está leyendo un cuento de repente aparece algo que no había visto”, comentó el autor.

DESTINO INEXORABLE

Los cuentos de Monge están llenos de una atmósfera fatídica que impregna al lector desde las primeras líneas y se refuerzan con esa intención dada a los personajes como seres aislados, incapaces de comunicarse con otros personajes.

“No veo el mundo como fatídico, pero sí ciertas partes de él. Si yo no escribiera sobre la violencia y su desconexión con el lenguaje, estos cuentos no serían posibles.

“Lo que sucede es que la violencia tiene un alcance mucho más grave y es cómo afecta al lenguaje: la gente deja de decir ciertas cosas por miedo. Y cuando la violencia impacta en el lenguaje y nos amputa la herramienta principal de la comunicación, nos da consecuencias más terribles que las de los decapitados”, explicó el escritor.

El libro tiene a su vez una ironía que intensifica la desolación, ofreciendo una calma que no es otra cosa que un intento por escapar de ellas a través del humor negro que supuran las páginas.

“Yo estoy siempre sobreviviendo y escapando de la realidad a través de la burla, del humor, y sentí que tenía una deuda que pagar, ya que el humor es una forma de rehuir de estas situaciones. Es un humor que pone el dedo en la llaga de lo grotesca que se ha vuelto la realidad mexicana”, detalló Monge.

VIOLENCIA ACTUAL

Los cuentos muestran también a una sociedad y a unos medios de comunicación que, ejerciendo censura, nos hacen olvidar los orígenes de la violencia, los cuales, según el autor, son la miseria y la desigualdad.

“Creemos que la violencia es sólo un hombre empuñando un cuchillo y atacando a otro hombre y no es así. Hay más tipos de violencia que nos ocultan los medios de comunicación, pero, además, hay una responsabilidad de la sociedad, de la opinión pública que desde el anonimato es capaz de construir algo y destruirlo en un instante, y con una violencia y un odio que no serían capaces de demostrar cara a cara”.

La Superficie Más Honda se diferencia del resto de sus obras por la forma en que enfrenta el acto violento. Mientras que en sus obras pasadas el encuentro con la violencia era frontal, aquí son sucesos que se dejan en el aire para enrarecer la atmósfera.

“Los personajes están rodeados de violencia, encarcelados, como dentro de un hoyo y es ahí donde sucede la historia. Intento demostrar que estamos dentro de un ambiente muy denso en el cual no podemos ver más adelante que un par de metros”, finalizó el también autor de la novela Las Tierras Arrasadas.

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