Monterrey, NL.- Una mujer utiliza su ropa y un chicle con droga para cometer una ola de robos a hombres mayores en la Colonia Pedregal del Topo Chico, en Escobedo.

Aparentemente, la ladrona usa el caramelo para dormir a sus víctimas y así despojarlas de sus pertenencias de valor.

Y ha cometido los robos en un sector que colinda con el C4 de la Policía de Escobedo.

Según algunos de los afectados, la mujer busca personas mayores de 60 años que estén solos en negocios.

Principalmente llega a comercios y se hace pasar por una automovilista que alega que su vehículo se quedó sin gasolina.

Algunas veces lleva algún artículo para tratar de venderlo a las personas para supuestamente comprar combustible.

Independientemente de si logra consumar la venta o no, la mujer le saca plática a sus víctimas vistiendo una blusa escotada.

Lo que realmente busca es que el hombre le acepté un chicle de menta, que tiene una envoltura transparente de color verde.

Si ve que su “objetivo” guarda la golosina, la mujer lo convence de que lo consuma.

Al contener el chicle un tipo de droga los hombres repentinamente pierden el conocimiento y hasta se desmayan.

Ese momento es aprovechado por la ladrona para quitarles principalmente su cartera y teléfono celular, si tiene tiempo se lleva artículos o mercancía del lugar en el que se encuentre.

De noviembre al día de hoy habría cometido al menos tres robos con esa manera de operar, pero vecinos y comerciantes del sector presumen que podrían ser más.

Por ser personas de la tercera edad, que presentan enfermedades como diabetes o alta presión, la droga los afecta al grado de ser hospitalizados.

Ninguna de las víctimas ha realizado una denuncia por temor a represalias debido a que la mujer también se lleva las credenciales del INE de sus víctimas y todo apunta a que la delincuente sólo sería una integrante de una peligrosa banda de ladrones.

Estuvo a punto de morir

El miércoles 24 de noviembre Rafael (nombre ficticio), de 66 años, estuvo cerca de perder la vida a manos de una mujer que vestía un escote pronunciado, quien no portaba una pistola ni un cuchillo, pero sí un chicle sabor menta que estaba contaminado con algún tipo de droga.

Grupo REFORMA habló con uno de los afectados que, tras ser drogado, terminó internado en la Clínica 6 del IMSS, en donde estuvo en peligro su vida.

La ladrona, de entre 30 a 40 años, llegó al negocio en el que labora en la Colonia Pedregal del Topo Chico, en la Avenida Titanio.

“Fíjese que mi auto se quedó sin gasolina y ando vendiendo este taladro, ¿me lo compra?”.

Esa fue la excusa para entablar una conversación para ganarse la confianza del hombre, quien es pensionado, y que trabaja en ese negocio para completar con los gastos de su hogar.

“Yo le dije que no traía dinero y que el patrón no estaba, dijo que lo iba a esperar y me sacó más plática.

“Me ofreció un chicle, lo acepté, pero insistió en que lo probara y hasta ahí me acuerdo”, dijo el habitante del municipio de Escobedo.

Cuando recobró el conocimiento ya estaba internado en la Clínica 6 del IMSS.

Durante un día estuvo dormido, ahí un médico confirmó a su familia que su estado de salud estaba en riesgo a consecuencia de un tipo de droga.

“Le alteró el corazón y agravó sus enfermedades de diabetes y alta presión”, comentó una de sus hijas.

Tras ser dado de alta a los dos días, hasta hoy Rafael aún tiene las secuelas de ese chicle con droga.

“Al no saber de mí, ella se llevó una mochila en la que tenía mi cartera con documentos personales y mil 400 pesos, también se llevó mi teléfono celular.

“Del negocio también se robó un taladro y pulidor, pero lo más graves fue mi salud, ahorita (ayer) todavía me siento mal, mareos y se me duermen las piernas”, señaló la víctima.

Sentado en la sala de su casa, el hombre vio unas imágenes captadas por una cámara de seguridad y reconoció a la mujer como la persona que le dio el chicle y luego robó.

Fue su familia quien se dio a la tarea de ir al lugar de los hechos y al preguntar en otros comercios obtuvieron imágenes de un video que captó a la presunta ladrona.

Sin embargo, Rafael está en duda de realizar su denuncia.

“Tengo miedo de que me hagan algo o a mi familia, en la cartera estaba mis credenciales con mis datos personales.

“Ella no ha de trabajar sola, debe tener cómplices y pues ya no quiero broncas”, dijo el hombre de 66 años.