Saltillo, Coah.- Hombres con sombrero y botas que beben cerveza Carta Blanca bajo el crudo sol del desierto. Tristes boleros que se cantan con voz dolida acompañados sólo de un bajosexto, un acordeón y un contrabajo gracias a un fara fara que toca al centro de una cantina. O “un montón de sombrerudos tirando fiesta”, como dice la canción de Plastilina Mosh. Esas son las imágenes que uno tiene cuando se piensa en el norte del país, región en la que el pintor Roy Carrum nació, creció y ha vivido, alimentado su mente con esas ideas y esa música.

Sin embargo, de un tiempo para acá y a raíz de numerosos viajes, ha visto que la cultura del norte, “lo arquetípico” o también “lo estereotípico” que hay en ella, ha extendido su influencia hacia otras partes del país, mismas que el espectador puede ver hoy en su muestra Norte Alterado, colección de pinturas en las que Carrum toma imágenes que remiten al norte del país pero las moldea hacia una nueva estética.

Para el artista plástico esta serie “tiene que ver todavía como con la relación de mi obra con la música. Pero ahora estoy tomando músicos tradicionales, norteños. Y también con mi relación con el bodegón y naturaleza muerta, pero a través de gente que vende frutas o cosas en la vía pública: vendedores de sandías y melón”, lo que la convierte “en una continuación de esas series que ya he trabajado, pero abordadas también con una alteración en cuanto al color y formas”, de ahí el nombre de Norte Alterado, el cual también hace referencia al género musical de los “corridos alterados”, una renovación al género.

Así, en estas obras hay colores saturados que resaltan los rojos y los rosas, las líneas gruesas que delimitan las figuras y los paisajes: hombres con sombrero y botas que cantan frente al océano de Veracruz, o puestos ambulantes que se mantienen estáticos en las escenas cotidianas de Carrum, algo que define como “dentro de mi rango, sí una experimentación” pues “modifiqué o alteré figuras, formas. Era agregarlas o quitarlas de una manera mucho más arriesgada a lo que lo venía haciendo. Es una expo de casi puros óleos, en la que exploro esa técnica que me llevó por diferentes fórmulas, exploraciones sobre estas escenas, digamos, típicas del imaginario norte”, comentó a Zócalo en entrevista.

Carrum, entre risas, se define como “alguien que inició con la música fresa, para mí escuchar música grupera era mi revolución”, es por ello que tiene una idea clara de lo que aparecen en sus cuadros, pero no de lo que buscaba cuando inició la exploración para ellos. Caminatas en el Centro de la ciudad, elementos que a fuerza de repetirse se convertían en un símbolo, viajes que hizo fuera del norte del país y en el que encontró, sin embargo, que nunca estaba tan lejos de casa.

Por ello esas imágenes aparecen “casi siempre de manera fortuita. Es muy raro que las busque y que diga ‘voy a un espacio a tomar los registros para los cuadros’. Trato de que que todo esto sea parte de mi vida cotidiana. Vivo en el Centro de Saltillo. Por ejemplo, a diario, por mi calle, bajan los señores de los conos y suben también, y muchos de mis recorridos en el Centro es pasar por el mercado, por el mercado, por la Plaza Acuña, aparecen también. Es como una cosa que yo lo defino como biográfica, pero no de mí, sino de lo que me está rodeando.Entonces, la mayoría son registros fortuitos que voy tomando en el día a día, y que son cosas que me interesan, que voy viendo y que me emocionan, y que por eso las registro y las pinto, pero intento eso, que sea algo muy natural, no forzarlo. Quiero que sea muy natural, muy orgánico esa manera de componer mi obra”.

Otra de los conceptos que aparecen en la obra del también músico, es la del interés de un registro personal sobre los cambios y movimientos de “lo norteño”. Para él, hay una idea de lo que se asocia con esto, pero que cambia según en dónde se encuentre y a veces, incluso, ni siquiera existe como ejemplifica diciendo que “viví afuera un rato, en Ciudad de México, y te das cuenta que muchos de esos, por decir, himnos regionales, bueno, himnos que uno creía que eran universales dentro del grupero, sólo lo son aquí. A mí me gusta mucho estudiar eso, cómo la sociedad va transformándose, me gusta mucho leer la sociedad a través de la música popular. 

“

Entonces siempre estoy muy atento a lo que está pasando, y parte del rollo que se llama alterado, de lo tumbado, también me interesa porque es como que una última olita de músicos que tocan instrumentos orgánicos. Cuando vino todo esto de Peso Pluma y demás, en toda la ciudad, salías a las plazas y había chavitos tocando guitarras de 12 cuerdas, requinteando, en la Alameda los vi. Incluso en la tienda de la esquina ahí también vi un chavito bien prendido tocando la guitarra, aprendiendo”.

Así, Norte Alterado se convierte no en un análisis, sino en una colección de escenas que muestran lo tradicional y lo contemporáneo, lo nuevo y lo viejo, y lo norteño y todo aquello que se le parece. Es, para el mismo Carrum algo “casi de folk” en la pintura, pues para hacerla también fue en búsqueda de ensambles de fara fara, los cuales a raíz de la pandemia comenzaron a desaparecer, pero también a esos jóvenes de los que habla.

Estoy retratando manifestaciones culturales que tal vez ya están como muriendo en esa parte, pero que viven de una manera nueva, las nuevas generaciones a través de instrumentos tradicionales, orgánicos, ahí es donde esta la serie. Entonces está esto, hay músicos viejos, pero también hay un chavo ahí joven, que su cultura es esto, la música de Los Dos Carnales, el movimiento de los corridos tumbados: “Creo que tenemos esta idea de imaginar qué es el norteño, como algo definido, pero que también está en constante alteración”, concluyó.