En una charla con Guillermo Anaya, quien en 2017 estuvo a punto de desbancar al PRI de la Gubernatura, le planteo un escenario ficticio: que por azares del destino el candidato de la alianza PAN-PRI fuera él, y esta vez, sin proponérselo, ganara. La elucubración la interrumpe un seguidor del exalcalde de Torreón. «He visto las encuestas y estamos listos para dar el estirón que hace cinco años nos faltó». Anaya no contiene el gusto y levanta el dedo pulgar en señal de aprobación. El lagunero está en el banco desde hace casi un sexenio, mas no retirado de la actividad política, a pesar de lo cual figura en los sondeos electorales lejos de Manolo Jiménez, pero por encima de otras opciones del PRI y el PAN (Massive Caller).
La gente no olvida a Anaya, menos aún quienes votaron por él en los dos últimos procesos. La sucesión de este año, que parecía resuelta, puede enredarse. El riesgo de que PRI —solo o en coalición con el PAN y el PRD— nomine en Coahuila a una mujer si en Estado de México postula a un hombre, tiene al priismo con los pelos de punta, pues no cuenta con un perfil ganador. La senadora Verónica Martínez no sube en las encuestas. Su ingreso a la Cámara Alta se lo debe al gobernador Miguel Riquelme, pero el escaño debió ocuparlo Jericó Abramo. Aceptar el segundo lugar de la fórmula —derrotada por el candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, no por el tándem de Armando Guadiana y Eva Galaz— fue un error.
En la misma situación de Anaya se encuentra hoy la exsenadora Hilda Flores. Renunció al OMNI-PRI tras la imposición de Alejandro Moreno y Carolina Viggiano como presidente y secretaria general. Flores inició su carrera política en el Gobierno de Enrique Martínez y la continuó, con mayor proyección, en el siguiente sexenio. Rubén Moreira la boicoteó y quiso destruirla políticamente mientras encumbraba a María Esther Monsiváis. La exsecretaria de Infraestructura fue acusada de operar una empresa fantasma a la cual se pagaron 100 millones de pesos. La Auditoría Superior del Estado presentó la denuncia ante la Fiscalía Anticorrupción, la cual no ha movido un dedo para investigar el caso.
Eventualmente Hilda Flores podría ser la solución para cumplir el requisito, establecido en la Constitución y aplicado por el INE, de presentar a una mujer para las elecciones de 2023, según el género del candidato del PRI en Estado de México. Uno de los puentes reparados por Riquelme fue con la exdiputada local. Flores reapareció el 25 de julio en el consejo político del PRI estatal. Morena celebró en la víspera una asamblea de unidad en Francisco I. Madero, a la que asistieron los presidenciables Claudia Sheinbaum, Adán Augusto López y Ricardo Monreal, así como el aspirante a la Gubernatura Ricardo Mejía.
Hilda Flores es la política coahuilense mejor relacionada en Ciudad de México. Verónica Martínez no ha superado el pánico escénico propio de quienes llegan al Senado sin experiencia ni exposición mediática. Miguel Riquelme placea a su paisana por el estado y pondera su quehacer político, pero le falta crecer. Mientras tanto, la competencia se centra en los delfines del Gobernador y del Presidente. De acuerdo con Massive Caller, en Coahuila la intención de voto por la coalición PAN-PRI-PRD es del 38.8% y por Morena, del 36.3%. En Estado de México la situación es parecida, el partido guinda, solo, aventaja por 3.2 puntos a la alianza tripartita. Empate técnico en ambos casos.
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