Vida
Por Ernesto Acosta
Publicado el lunes, 9 de septiembre del 2024 a las 14:20
Saltillo, Coah.- Recientes investigaciones demuestran que las personas comen en exceso cuando enfrentan problemas emocionales o sicológicos, como estrés, depresión, ansiedad, angustia, tristeza, apatía y preocupación exacerbada… pero también por motivos de alegría y felicidad. Y el resultado es el mismo: sobrepeso y obesidad, factores de riesgo para desarrollar otros padecimientos crónico-degenerativos.
El abuso de la televisión, los videojuegos y el celular son los nuevos factores que “quitan” tiempo para cocinar una comida sana, refiere el estudio “Factores ambientales, homeostáticos y emocionales asociados a la obesidad”, publicado por la Escuela de Ciencias de la Salud, de la Universidad Autónoma de Coahuila.
Aunque las personas sacien el hambre y la cantidad de alimento haya sido suficiente y necesario para lo que su organismo requiere, no paran de comer, porque el estado emocional les impulsa a comer más y obtienen placer por el sólo hecho de ingerir alimentos.
La investigación, en la que participaron Luis Ervey Chacón Garza, Lizette Anabel Aguilar Zapata y Ana Sofía Torralba Hernández, docentes de la Escuela Ciencias de la Salud, y Arturo Rodríguez Vidal, de la Facultad de Ciencias Químicas, reveló que las familias de bajos ingresos compran alimentos baratos, regularmente ricos en grasas, azúcares y harinas, con altos patrones de consumo de comida chatarra, como los refrescos.
Los padres, incluso, refuerzan los hábitos de sobrealimentación y sedentarismo y si uno o los dos padres son obesos, el riesgo de padecer obesidad es mayor en los hijos.
Refiere que la viudez y la maternidad a edad temprana son factores de riesgo porque se desconoce cómo preparar alimentos sanos o no se tiene tiempo para ello. El uso excesivo de la televisión, videojuegos y celulares también “impiden” comer sano.
Estímulos sensoriales provenientes del olor, el sabor, la textura, la temperatura, la apariencia y la presentación, además de factores emocionales, relacionados con el sexo, la edad y las horas de sueño pueden inducir a aceptar o rechazar un alimento. Si la presentación de un platillo es apetecible, se come más de lo que el cuerpo necesita.
Además, las personas con exceso de masa corporal comen más cantidad de alimentos si enfrentan emociones negativas, la ingesta excesiva les proporciona un mecanismo de recompensa psicológica gratificante, algo similar a lo que ocurre con los adictos a las drogas, alcohol o cigarro, que encuentran placer en ello.
Los alimentos que provocan placer y satisfacción son aquellos altos en grasas, azúcares y calorías, que procuran los comedores “emocionales” en respuesta a situaciones no gratas como la apatía, frustración, estrés, pena, miedo, ansiedad, inquietud, en tanto que los comedores “fisiológicos” no cambian sus hábitos de consumo, incluso evitan alimentos dañinos a la salud.
Otro dato revelador, es que los comedores “emocionales” aumentan la ingesta de alimentos frente a emociones agradables, por lo que se plantea que cualquier emoción impulsa a comer más, lo que se conoce como hiperfagia, lo que lleva al sobrepeso y obesidad.
-Comen más a causa de emociones negativas.
-Prefieren alimentos dulces.
-Comen más para mejorar estados emocionales positivos o alegres.
-Prefieren alimentos salados.
Hambre fisiológica Hambre emocional
-Es progresiva, aparece poco a poco -Es repentina
-Puede posponerse -Es urgente
-Se satisface con cualquier alimento -Busca un antojo específico
-Es regulada por las hormonas -Regulada por el estado de ánimo
-Bienestar al terminar de comer -Genera sentimientos de culpa
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