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¿Cuál soberanía?

Por Columnista Invitado

Hace 1 año

Por: Manuel J. Jáuregui

No deja de asombrar la hipocresía de la que son capaces los políticos, no se puede afirmar que tengan doble cara, y esto porque seguramente es “triple”.

Por sobre todo y a todos mienten: mienten para encubrir errores, mienten para prometer lo que no tienen la mínima intención de cumplir, mienten para enmascarar sus verdaderas intenciones y también mienten para esconderle al pueblo su conducta vergonzosa como servidores públicos.

Recientemente, López Obrador habló con harta indignación respecto a lo que estaba dispuesto a hacer (todo según él) para defender la “soberanía” de México ante Estados Unidos.

Esto por las denuncias de violaciones al T-MEC debido a las políticas energéticas de la 4T atentando contra la inversión privada; incluso llegó a insinuar que México podría abandonar el T-MEC: el mismo que su propio Gobierno firmó.

Es posible, amables lectores, que no hayan pasado ni horas luego de este desplante/amenaza de nuestro Presidente, cuando las memorias del yerno del Presidente Trump, Jared Kushner y esposo de Ivanka –la hija consentida del magnate– salieron a la luz, revelando cuál era realmente la verdadera conducta de nuestro Gobierno ante Trump.

En estas memorias queda plasmada la realidad de cómo defienden realmente nuestros funcionarios la “soberanía” de México: ¡diciendo que “sí a todo” lo que les solicitan!

Sometidos, doblados, atemorizados, “cuqueados”, recibían Ebrard y compañía, “ordenes”, no peticiones, por parte de Trump, su yerno y su secretario de Estado, Mike Pompeo.

No se exagera ni un milímetro al afirmarse que Trump y sus funcionarios “denigraron”, “humillaron” y pisotearon a México –y a nuestro Gobierno– de una manera tan descarada que hablar de soberanía resultaría algo tan volado como invocar las virtudes en un seraglio.

Y esto tanto en público como, ahora sabemos, en privado. Ninguna “defensa” de nuestra soberanía se realizó ni entonces ni ahora, no en los hechos, no en el terreno de batalla.

La famosa “soberanía” existe solo en los discursos, mas no en los actos de nuestros gobernantes. Los funcionarios que interactuaron con el Gobierno de Trump, no solo no atendieron el rescate de nuestra soberanía, ¡ni siquiera defendían su propia dignidad como personas y como representantes del pueblo de México!.

Resulta por demás paradójico que con el patán de Trump nuestro Gobierno se mostró solícito y obsequioso, atento a cumplir todas las exigencias y caprichos de un Donald que hizo del narcisismo su deporte favorito.

Pero mientras, con el pobrecito de Joe Biden, porque lo ven bonachón y un poquito senil, que no nos ha tratado mal, que no nos ha insultado –ni en público ni que se sepa en privado– se ponen más bravos que el perro del hortelano, lo desprecian (desatendiendo su invitación de asistir a la Cumbre Americana en Los Ángeles) le mandan cartas, lo amenazan, lo critican y alían a nuestro Gobierno con los enemigos continentales del Gobierno norteamericano (Ortega, Maduro y Canel) y lo acusan de “injerencista”.

Ello cuando si acaso alguien fue injerencista, fue precisamente Donald Trump, ante quien se le hincaron y se desvivieron por aplacarlo y cumplirle todas sus exigencias.

En cualquier tomo de diplomacia a esta conducta se le llamaría “oportunista”, pero jamás “defensora de la soberanía”.

Por si todo lo anterior fuese poco, el mismo día en que se ventilan las memorias de Kushner, tan vergonzosas para nuestro actual Gobierno, la barra de abogados de Nueva York denuncia como inaceptables las “amenazas” del presidente López Obrador a los jueces que llevan procesos contra el Gobierno, y que fallan en su contra, por determinar que la actuación de la Federación y de sus funcionarios es “ilegal” e improcedente.

Dijo el Colegio de Abogados: “Anunciar públicamente investigaciones en contra de jueces que han dictado resoluciones en contra del Gobierno ‘viola las normas internacionales’, porque socava el respeto y la ‘independencia’ del Poder Judicial, intimida a los jueces involucrados y los disuade de desempeñar independientemente sus deberes”.

Esta postura en el extranjero criticando el proceder –documentado– de un Presidente en un país democrático es “inédita”, lo cual viene a comprobar lo que muchos mexicanos afirmamos: “Lo que sucede en México ¡solo en México podría suceder!”.

 

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