Por: Joel Martínez
La Junta de Gobierno decidió recortar su tasa de referencia y llevarla lo más abajo posible, ahora la tiene en 9.50%, con la promesa explícita en su Comunicado de Política Monetaria de la semana pasada, de que la llevará a 9% el 27 de marzo.
La tesis del banco central es que la tasa de referencia tiene un exceso de restricción monetaria, con un escenario en el que la economía mexicana se está colapsando y la inflación anual ya está dentro del rango oficial.
El jueves 30 de enero, el Inegi reportó una caída del PIB de 0.6% en el cuarto trimestre (4T24), mucho mayor que lo esperado por el consenso de Reuters de menos 0.2% y tras la aceleración de 1.1% del 3T24.
La debilidad fue generalizada:
-Hubo descensos pronunciados en el sector primario y en el secundario.
-Los servicios crecieron de manera modesta.
Al final, el PIB creció 1.3% en todo 2024, muy por debajo del 3.3% de 2023.
La inflación general de enero terminó en 3.59% anual y la subyacente en 3.66 por ciento.
Es decir, están dentro del rango oficial adoptado desde 2003, con un objetivo de 3% y una holgura de +/- 1 punto, lo que significa un piso de 2 y un techo de 4.
En los 21 años que lleva vigente este objetivo, en solo dos la inflación general ha estado por debajo de 3%: en 2015 y en 2019, mientras que la subyacente lo ha logrado en tres: 2012, 2013 y 2015.
En ocho años la inflación general ha estado en un rango de 3 a 4% y la subyacente en 11 años.
Durante 11 años, el 52% del tiempo, la inflación general ha estado por encima del techo oficial de 4% y la subyacente se ha volado el techo en solo siete, o sea en el 33 por ciento.
Entonces, Banxico se decidió a hacer valer estos logros inflacionarios y preocuparse abiertamente por el crecimiento, una tesis usada por otros bancos centrales, como el de Europa, el de Inglaterra y el de Canadá.
La primera parte de recortes será relativamente fácil, si tomamos en cuenta lo dicho por José Gabriel Cuadra, el nuevo subgobernador de la Junta de Gobierno, durante su discurso en la Comisión de Hacienda del Senado cuando fue ratificado:
“En estos momentos, el diferencial actual (de la tasa Banxico vs los fondos federales) que tenemos está por encima del promedio histórico y también está por encima del diferencial que nosotros pudiéramos pensar que habría en un estado en el que cada uno de los bancos centrales llevara la tasa en terreno neutral”.
En pocas palabras que la tasa Banxico baje hasta que tenga el diferencial promedio con la tasa de los fondos federales.
Considerando desde 2003, cuando se puso la meta de 3% de inflación, el diferencial promedio histórico es de 4.62 puntos.
Hoy, los fondos federales están en un rango de 4.25 a 4.50%, por lo que sumando el spread histórico, la tasa de referencia de Banxico debería tener un piso de entre 8.75 y 9 por ciento.
Hasta ahí todo será fácil, prácticamente no habrá daños colaterales.
Pero, obviamente Banxico quiere que su tasa de referencia sea más baja, hasta que “… el diferencial que nosotros pudiéramos pensar que habría en un estado en el que cada uno de los bancos centrales llevara la tasa en terreno neutral”, dijo Cuadra.
No sé que número tendrá en mente la Junta, imagino que un rango de 7.50 a 8 por ciento.
Pero llevar hasta ese nivel la tasa de referencia sin ir de la mano de los fondos federales incluirá un daño colateral: un tipo de cambio más alto.
Cerrar el spread con los fondos federales puede opacar el atractivo para muchos arbitrajes de extranjeros, arriesgándose a un fuerte sell off que subiría el tipo de cambio.
Es una mecánica lógica, y está pasando con el euro, la libra esterlina y el dólar canadiense, monedas en cuyos países los bancos centrales aplican la tesis que mencionó Cuadra.
La salvación sería que la Reserva Federal regresara a recortar su tasa de referencia, lo que no parece cercano por el rebote de la inflación estadunidense.
Va a ser interesante ver qué tan fina es la tan mencionada calibración de la política monetaria de la que habla Banxico.
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