Saltillo
Publicado el domingo, 9 de noviembre del 2025 a las 04:01
Saltillo, Coah.- El estudio está en silencio, interrumpido sólo por el roce delicado de un pincel sobre la piel. Frente a Brenda García, el lienzo no es tela ni papel: es un brazo, un rostro, un torso que respira y se transforma en obra de arte. Cada color, cada trazo, es un diálogo silencioso entre la artista y quien se convierte en su coautor.
El rojo profundo se funde con un azul eléctrico que parece fluir desde la piel misma. Brenda inclina la cabeza, observa la textura, sopla suavemente y sonríe: la obra cobra vida ante sus ojos.
Esa escena resume todo lo que es Brenda: pasión desbordante, paciencia infinita y un talento que ha traspasado fronteras.
Su trabajo ha estado presente en España, donde se especializó en efectos especiales y body paint, y en otras partes del mundo, llevando un pedazo de Saltillo a escenarios internacionales. Pero su historia comienza mucho antes, en la infancia, en los escenarios de danza folclórica y en un hogar lleno de colores.
“ Mi pasión por el maquillaje la descubrí cuando era pequeña”, recuerda. Cada presentación de danza era una explosión de color: ojos pintados con verdes, azules y púrpuras; mejillas brillantes que resaltaban las expresiones en el escenario. Ella observaba fascinada cómo un rostro podía transformarse con un solo trazo. “Me empezó a llamar la atención la combinación de colores de los maquillajes de ojos, tanto los que usábamos nosotros como los de otros grupos. Y creo que desde ahí se encendió algo en mí”.

El inicio de su historia no se limita a los camerinos. En casa, su hermano Ulises ya cultivaba un talento artístico notable. Pintaba y dibujaba, y Brenda pasaba horas observándolo trabajar. “Siempre observé el arte que hacía mi hermano y los materiales que utilizaba. Sentía curiosidad de hacer lo mismo. Y él me instruía también”, recuerda. Esa exposición temprana al arte convirtió la creatividad en algo cotidiano; dibujo, pintura y color estaban presentes en cada rincón del hogar.
El círculo de aprendizaje se completaba en la danza. Además de los trajes y coreografías, había una maestra que enseñaba maquillaje.
“ Recuerdo que ella se maquillaba increíble. Nos explicaba cómo hacer las cosas y nos guiaba en cada paso”, dice Brenda. Entre la influencia de su hermano y las enseñanzas de su maestra, el arte dejó de ser sólo un juego: se volvió una forma de vida.

Brenda posee una sensibilidad visual aguda. “Soy una persona muy visual. Generalmente cuando veo combinaciones de colores o texturas que me gustan, algún paisaje o un animal, eso me inspira”. Cada detalle del mundo que la rodea se convierte en materia prima para su arte. Una piedra con vetas coloridas, un atardecer sobre el desierto, una pluma de ave: todo puede transformarse en un diseño corporal.
El proceso creativo no es improvisación pura. Aunque a veces trabaja “freehand” durante eventos, cada proyecto comienza con un boceto previo. “Una pieza de body paint puede tardarme de cuatro a diez horas, dependiendo de si lleva tocado, accesorios o prótesis. Lo más difícil es hacer que todo encaje. Puede que al final no se vea como lo imaginabas, así que hay que trabajar poco a poco, asegurando que todo tenga sinergia y se vea bonito”, explica.

Con la necesidad de perfeccionarse, Brenda decidió estudiar maquillaje y efectos especiales en España. Allí, la intensidad de la formación y la exposición al público europeo marcaron un punto de inflexión. “Siempre fue bien recibido mi trabajo. Notaba que me dejaban tareas grandes, como diseñar la estructura del maquillaje para desfiles o eventos. En una gala escolar incluso subieron fotos de mi proyecto a las redes oficiales, destacando el alto nivel del año”, recuerda.
La diferencia cultural fue evidente: mientras en España el público estaba preparado para apreciar exposiciones de body paint, en México todavía existen prejuicios. “Allá, las convenciones y exposiciones de arte donde trabajábamos eran súper bien recibidas. Aquí de repente la gente lo mira con desagrado, porque no es común”. Esa comparación la hizo valorar aún más el atrevimiento de mostrar su trabajo en su país natal.
El trabajo de Brenda ya ha sido exhibido en varias partes del mundo, lo que le genera satisfacción y orgullo. “El hecho de que mi trabajo haya estado en distintos sitios del planeta me hace sentir reconfortada. Precisamente para eso vine al mundo: a repartir mi arte”.
Aunque no colecciona premios oficiales, ha recibido menciones y reconocimientos de colegas y público. Uno de los comentarios más memorables fue: “Eres una gran artista y no te has dado cuenta”. Otro: “Eres buena, pero eres lenta”. Esas críticas la impulsaron a perfeccionar su técnica, medir tiempos y superar cada proyecto anterior.

Ser artista en Saltillo implica oportunidades y retos. “Aquí hay gente muy talentosa que hace cosas fuera de lo común. La ciudad ha sido un trampolín y un reto: he encontrado exposición, pero también límites. Lo importante es seguir trabajando y conectar con quienes ayudan a compartir nuestro arte”, dice Brenda.
Ella cree que la escena local puede crecer mediante proyectos colectivos y mayor visibilidad. “Empezar a compartir el arte de todos permite llevarlo después a otras ciudades, estados y países”, asegura.
Durante su carrera, Brenda ha llevado sus creaciones a eventos y exposiciones en España, además de otros países donde su arte ha sido apreciado por un público diverso y conocedor. Cada proyecto internacional ha sido un aprendizaje: cómo adaptar técnicas a diferentes tipos de piel, cómo interactuar con modelos de distintas culturas y cómo presentar un cuerpo como obra de arte frente a espectadores acostumbrados a distintos códigos visuales.
Recuerda con especial cariño un festival en España donde un proyecto suyo fue destacado en la gala anual de la escuela de maquillaje.

Cada obra de Brenda refleja su búsqueda constante de superación y experimentación. “Siempre trato de que cada proyecto supere al anterior. Es una forma de empujar mis propios límites”. Para ella, el arte corporal no solo es creatividad: es disciplina, planificación y paciencia. Cada trazo, cada color, cada accesorio tiene un propósito dentro de la composición general.
Su metodología incluye rituales que preparan tanto el espacio como su mente: prueba de colores, velas aromáticas, respiración profunda y concentración total. “Siempre llego al punto donde digo: esto no está saliendo bien. Pero sé que tengo que continuar. Con el body paint, todo tiene que suceder en el mismo día”. Esa confianza en el proceso es el motor que impulsa cada obra.
Brenda reconoce que su camino no lo ha recorrido sola. Su hermano Ulises fue su primer mentor y la maestra de danza su guía inicial en maquillaje. También ha aprendido de colegas en España y del público internacional, que le ha brindado retroalimentación valiosa. “Los comentarios que más me han marcado son aquellos que me motivan a seguir y a perfeccionar mi técnica. Saber que alguien aprecia lo que haces es una recompensa enorme”.

En Saltillo, ha encontrado compañeros y amigos con quienes comparte proyectos, debates y aprendizajes. La escena artística local, aunque más pequeña que en otras ciudades, ofrece oportunidades únicas de innovación y colaboración.
Brenda García ha convertido el maquillaje y el body paint en una forma de expresión que trasciende fronteras. Desde los camerinos de danza folclórica en Saltillo hasta los escenarios internacionales de España, ha demostrado que la pasión, la disciplina y la creatividad pueden transformar cualquier cuerpo en un lienzo vivo, efímero pero inolvidable. Su historia es un ejemplo de cómo la curiosidad infantil, el talento cultivado y la determinación pueden abrir caminos globales para artistas emergentes, dejando una huella que va más allá de los colores y las formas: un legado de inspiración, autenticidad y arte sin límites.

Brenda visualiza su carrera en dos horizontes: a cinco años, participando activamente en competiciones y exposiciones; a diez, como docente enseñando técnicas de body paint y maquillaje artístico:
Entre sus grandes metas, destaca competir en el World Bodypainting Festival, la vitrina internacional más importante para artistas de esta disciplina. “Sería gratificante poder traer un premio a México”, confiesa.
Más allá de los premios, su mayor objetivo es inspirar a otros a expresarse a través del maquillaje y dejar un legado de obras y fotografías que muestren lo que parece imposible.
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