Negocios

Publicado el jueves, 21 de agosto del 2025 a las 04:20
Saltillo, Coah.- Desde pequeña, María del Rosario Morín de Valdés aprendió lo que significa trabajar detrás de un mostrador. Con apenas unos cuantos años de vida, acompañaba a su familia en el oficio del comercio, donde no sólo aprendió a vender, sino también a escuchar y a mirar a las personas con empatía.
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Todavía de los tiempos cuando tus padres te decían ‘ve a ver si ya puso la cochina’, para no estar en las pláticas de grandes, y me subía a un banquito para poder alcanzar el mostrador”, recuerda.
Rodeada de figuras religiosas, perfumes, artículos de belleza y de lo más inimaginable, doña Mar -como se le conoce cariñosamente-, a pesar de estar muy cerca de los 90 años, atiende a sus clientes con gran vitalidad y, sobre todo, con una bella sonrisa. Ella es uno de los íconos del comercio del primer cuadro de la ciudad, al estar al frente de su negocio: Regalos Mara, en la calle Allende.

Cuando terminaba sus clases en el Colegio Plancarte, trabajaba en Tabú, el negocio de sus padres adoptivos, don Octavio González y doña Chemita González, en un local que se ubicaba frente al entonces Banco Nacional de México. Comercializaban medias de naylon y cajas de pañuelos, entre muchos otros productos, desde 1935 hasta el fallecimiento de sus padres.
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Ahí me ofrecieron un local al lado de mi mamá. Para no hacerle la competencia, pensando en un ramo distinto, empecé metiendo las imágenes”, recuerda.
Eran otros tiempos. Una ciudad donde todos se conocían y el comercio comenzaba a florecer. El camino no siempre fue fácil. Hubo épocas en las que las ventas eran escasas, en que la vida parecía poner a prueba su fortaleza, pero ella jamás se detuvo.
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Me acuerdo mucho de la gente, del velador, porque no se manejaba tanto policía. Los veladores que nosotros rentábamos, aquella gente que, con tanto respeto, iba y venía según las cuadras que le tocaran, la honradez de ellos, los taxistas, cómo nos respetaban, qué educación había”, dice.
Muy agradecida
A mediados de los 50, ya casada con el agricultor Manuel Valdés Valdés, también aprendió sobre la vida en el campo, para continuar a la par con sus actividades comerciales. Desde hace poco más de cuatro años, sus renteros vendieron la propiedad sobre Aldama, por lo que, con mucha fe, se reubicó a las actuales instalaciones de Allende y Lerdo. “Con el permitirme levantar la cortina y estar presente, para mí es una bendición”, recalca.
Orgullosa madre de seis hijos, además de ser abuela y bisabuela, como parte de la Asociación de Comerciantes del Centro Histórico, doña Mar ha encontrado un foro para expresarse y trabajar por el bien de la comunidad, tema en el que no quita el dedo del renglón.
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Me siento tan bendecida por toda la gente que le da gusto verme, encontrarme de nuevo, tantas amistades”, externa.
Merecedora del galardón Honor al Mérito Comercial, el cual entregará por primera vez la Asociación, doña María del Rosario destaca que su objetivo principal nunca ha sido hacerse rica ni acumular bienes; más allá de las monedas que pasan de mano en mano, lo que ha cultivado durante toda su vida son amistades, recuerdos y la certeza de que el comercio es también un acto de cariño hacia los demás.
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