Un vehículo convertido en símbolo
El automóvil, un viejo escarabajo de color celeste, acompañó a Mujica durante sus años en la presidencia (2010-2015) y mucho después de haber dejado el cargo.
Con él se desplazaba por Montevideo desde su granja en la zona rural de Rincón del Cerro hasta su despacho. Lo condujo personalmente en actos oficiales y visitas informales, lo estacionó en medio de recepciones diplomáticas y no permitió que la investidura presidencial alterara su estilo de vida.
Este Volkswagen, que desde su fabricación en 1987 no habría tenido valor de mercado superior a los tres mil dólares, se convirtió en reflejo del pensamiento y la coherencia política de Mujica, quien rechazó mudarse a la residencia presidencial, donaba el 90 por ciento de su salario y sostenía que “el poder no cambia a las personas, sólo revela quiénes son en realidad”.