En el marco de las fiestas patrióticas de nuestra nación, consideré necesario aclarar varios aspectos de aquel acontecimiento que da origen a la armada conmemoración del día 16 de septiembre, fecha en la cual se dice que se celebra la Independencia de México. Incluso los presidentes no dudan en asegurar que en esta fecha México alcanzó su independencia.

Así pues, y solo para dejar en claro, considero necesario que tomemos en cuenta las siguientes circunstancias: primero, la fecha exacta del inicio del proceso de independencia se dio hasta un día después de que el Ejército de Tres Garantías o Trigarante, de Agustín de Iturbide, entró a la capital de la Nueva España, esto fue hasta el día 27 de septiembre de 1821, es decir 11 años después de iniciada la justa insurgente. Así también, es necesario reconocer que, México alcanzó su libertad e independencia hasta el 28 de septiembre de 1821, día en que se firmó el Acta de Independencia del Imperio Mexicano. De lo anterior da cuenta la misma acta que a la letra dice: “La Nación Mexicana, que por trescientos años ni ha tenido voluntad propia, ni libre uso de la voz, sale hoy de la opresión en que ha vivido… Los heroicos esfuerzos de sus hijos han sido coronados, y está consumada la empresa, eternamente memorable que un genio, superior a toda admiración y elogio, amor y gloria de su Patria, inició en Iguala, prosiguió y llevó al cabo arrollando obstáculos casi insuperables… Restituida, pues, esta parte del Septentrión al ejercicio de cuantos derechos le concedió el Autor de la Naturaleza”.

Entonces, hasta ese día México empezó a ser considerado por los demás países como una nación soberana. A partir de ahí, fue que los reconocimientos de independencia internacionales fueron cayendo de manera gradual. De igual forma, es necesario aclarar que los primeros reconocimientos de México como país independiente provinieron de las mismas naciones latinoamericanas, ya que los países europeos en ese tiempo, seguían considerando a España como la legítima representante de la soberanía mexicana, situación que no cambió hasta 1836, cuando el Vaticano y España reconocieron a México como un país soberano e independiente.

Así pues, y dadas estas aclaraciones, es necesario reconocer que de ninguna manera podemos demeritar el esfuerzo realizado por los iniciadores de este movimiento independentista. Aunque sí es necesario reconocer que la justa del 16 de septiembre se diluyó en menos de un año, lo que nos lleva a entender que este proceso en realidad implicó una tardada y compleja transformación en nuestra historia.

Así que, antes de gritar debemos saber que los mexicanos, de manera deliberada decidimos celebrar el inicio de la Independencia y no su triunfo, y que pensar otra cosa, exhibe que hasta hoy, ni siquiera tenemos una clara idea de lo que es la independencia como sociedad y pueblo. Y lo que es peor, que hasta hoy no hemos sido capaces de diseñar conjuntamente un preciso y verdadero proyecto de nación. Es decir, que la maldición de los mexicanos de no tener proyecto de nación sí empezó con la lucha entre Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, pero que la disputa que desde entonces había sigue vigente. Ya que en realidad no hemos logrado encauzar a México por una verdadera ruta de desarrollo material y de justicia social digna de celebrar.