Saltillo
Por Jesús Castro
Publicado el jueves, 16 de mayo del 2024 a las 04:00
Saltillo, Coah.- En el asilo Ropero del Pobre vive un adulto mayor que había olvidado su nombre e historia. De ser invisible para la sociedad, ahí le tramitaron un acta de nacimiento. Ahora se llama Tormenta, y con ese documento en mano, ya tiene una historia para darle sentido a su vida.
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Así me llamaron los compañeros, me llamaron Tormenta. Antes de Tormenta yo era Tomahawk, ese nombre sólo vino, sólo cayó del cielo”, dijo con voz pausada el hombre al que hace 9 años le cayeron de ese mismo cielo paramédicos de la Cruz Roja, que lo recogieron del piso, bajo un puente vehicular, desnutrido, tostado por el sol, sin poder hablar y aparentando una edad de 90.
Llegan sin identidad
Lo llevaron al asilo Ropero del Pobre; ahí se sumó a otros adultos mayores que en la calle se volvieron invisibles y también perdieron su identidad. Lo dice la directora del asilo, Paulina Udave, quien revela que más de 60% de los que llegan no tienen nada ni a nadie.
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Y con eso me refiero a que hay quienes llegan incluso sin nombre. Tenemos que hacer una búsqueda para ver si encontramos algún indicio de su identidad, nos apoya el Registro Civil. Y cuando no encontramos, les generamos una identidad nueva, es el caso de José Tormenta”, expresó Paulina.
Llegó sin historia
Cuenta que Tormenta llegó sin historia, no recordaba nada de lo vivido, ni cómo terminó en la calle, olvidado de todo y de todos. Pero ahí, en el asilo, le tramitaron una nueva identidad, él mismo pidió que en su acta de nacimiento le pusieran como nombre José Tormenta, y de apellido, el de la familia de la directora del asilo: Melo Udave.
Cuando Tormenta superó el mutismo de su débil salud, no recordaba ni a padres, ni a familia, y decía no haberse casado, ni tenido hijos. Pero ahora, repuesto y aparentando unos 80 años de edad, o le sobrevinieron flashazos de su pasado envuelto en la neblina del olvido, o se creó una nueva historia.
“ Soy del norte, trabajé mucho en el riego de la parcela. Tuve un hermano, mayor que yo, pero es muy apartado, no nos juntamos para platicar. Sí me casé, con Silvia, la conocí en Texas y nos fuimos a Reynosa, Tamaulipas. Nos separamos y ya no volví a saber de ella. Tuve dos hijos, Epigmenio y el otro no recuerdo su nombre, ellos están en Estados Unidos”, platicó Tormenta.
Brotan destellos…
Y así, con destellos brotando de su mente, se dijo huérfano, huir de su casa cuando murieron sus papás, de los que no recuerda ni sus nombres; viajar por Estados Unidos, incluso haber convivido con los hijos que, sólo él sabe si de verdad existieron.
Después de platicar esto, hizo una pausa y sonrió. Presumió tener acta de nacimiento, ser feliz, un techo, comida, amigos. Y ahora, también tiene una historia para darle sentido a su vida.
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