Saltillo
Publicado el domingo, 15 de junio del 2025 a las 05:20
Saltillo, Coah.- En México hay padres que no festejan, que no reciben regalos ni felicitaciones, pero que siguen amando a sus hijos con una fuerza tan grande que los ha mantenido de pie a pesar del dolor, la ausencia o la distancia.
Este Día del Padre no sólo habla de quienes están presentes en las celebraciones familiares, sino de aquellos que, a su manera, también han criado con la mirada puesta en la esperanza.
Son padres que aman sin poder abrazar, que acompañan desde la ausencia, que insisten en ser escuchados, que crían desde la incertidumbre. Padres que no figuran en los comerciales de temporada, pero que representan una paternidad profunda y dolida, compleja y verdadera.
Uno de ellos es Raúl Reyes, un hombre de la tercera edad que lleva más de 16 años buscando a su hijo, Raúl Ignacio Reyes Cepeda, quien desapareció en 2009 cuando se dirigía a laborar a la ciudad de Piedras Negras, en Coahuila. Aquel día llegó a su destino, pero nunca regresó. No hubo más llamadas, mensajes ni rastros. Sólo el silencio.
Desde entonces, el padre ha recorrido desiertos, caminos de brecha, oficinas gubernamentales y forenses. Ha formado parte de distintos colectivos de búsqueda y actualmente milita en Fuerzas Unidas por los Desaparecidos en Coahuila (Fuundec). Con sus manos ha removido tierra, ha levantado huesos, ha escuchado testimonios de horror, esperando en cada excavación hallar a su hijo.
No guarda fotografías en su cartera, pero en su teléfono tiene mapas de zonas de búsqueda, nombres de desaparecidos, fechas y coordenadas. Lo que para otros es dolor, para él también es resistencia.
“ Yo ya no duermo esperando buenas noticias. Duermo soñando con que esta lucha sirva para que otros padres no pasen por lo mismo”.
Cada Día del Padre para él es una jornada más de resistencia, un recordatorio del hijo ausente. No hay pastel, ni mensajes de felicitación. Hay marchas, mantas, velas, abrazos entre padres que comparten el mismo dolor.
En Coahuila, las cifras oficiales hablan de más de 2 mil personas desaparecidas, muchas de ellas jóvenes que, como Raúl Ignacio, se esfumaron en rutas de paso o en contextos de trabajo. La paternidad, en su caso, se ha convertido en una forma de denuncia que no descansa. Porque incluso en la ausencia, Raúl sigue siendo padre.
Una dolorosa batalla
Pero hay padres que no han podido ni siquiera mirar a sus hijos a los ojos.
Alejandro, quien se hace llamar en redes sociales “Alex Blackmount”, tiene años sin ver a su hijo Ian, un niño de 10 años. Desde que su expareja cortó todo vínculo, Alejandro ha intentado legalmente volver a tener contacto con él, pero las condiciones no lo han permitido.
Lejos de rendirse, encontró una forma distinta de acompañarlo: documenta su amor y su lucha en redes sociales. En videos, reseñas, mensajes y fotografías, deja un archivo emocional dirigido a Ian.
“ Espero que un día, cuando él crezca, entre a mi perfil y vea que hice todo por verlo”, expresa.
En sus publicaciones habla de la paternidad, del dolor que implica no estar, de la impotencia de ver pasar el tiempo sin poder abrazar.
“ No soy el único. Hay muchos padres que no pueden ejercer su derecho a estar con sus hijos. La violencia familiar también nos golpea a nosotros, pero de eso casi no se habla”, señala.
No se trata de reclamos, sino de memoria. Su contenido no busca viralizarse, sino sostener el vínculo desde lo simbólico.
Alejandro ha creado un “diario digital” que mezcla anécdotas, pensamientos, cartas abiertas, incluso recomendaciones de libros o películas que le hubiera gustado compartir con su hijo.
“ Mi contenido es para él. Para que sepa que nunca fue olvidado, que siempre lo amé, incluso en la distancia”.
La lucha que no se acaba
“ Es un tema de protección hacia mis hijos, entonces, de verdad, yo no entiendo qué tengo qué hacer, porque a mí no me han hecho caso”, es el llamado desesperado de Johny Emanuel Robles Martínez, un padre de familia que cumple un año y dos meses sin poder ver a sus pequeños hijos, desde que su expareja se los llevó sin su autorización a Colima.
La mañana del viernes 12 de abril del 2024 fue la última vez que les pudo dar un beso de despedida y un abrazo a su hija de 6 años y a su hijo de 5 años, cuando los dejó en la puerta del colegio. Jamás se imaginó que ese momento tan cotidiano en sus vidas sería el inicio de visitas constantes a los juzgados, pues desde entonces ha emprendido una batalla legal interminable y aletargada ante todas las instancias posibles.
“ Esta es la segunda vez que es un periodo largo de no ver a mis hijos, la primera vez, igual con falsedades y mentiras, (la madre de los menores) […] me denunció por violencia familiar. Fueron cuatro meses de no verlos, cuando vuelvo a ver a mis hijos, mi hijo pequeño de 5 años, que en ese entonces tenía 3 y medio, estaba lleno de lesiones, desde su frente hasta los pies, mi niña con golpes, maltratada, y después del convenio en el juzgado familiar, ya tuve esa convivencia”, recordó con tristeza la forma en que ha sido separado de sus hijos.
En esa ocasión, tras comprobar que las acusaciones no tenían sustento, logró un convenio de convivencia.
“ Mis hijos estaban la mayor parte del tiempo conmigo, la madre tiene la custodia, pero en el día a día era distinto; yo tenía a mis hijos más tiempo que ella, mi niña fue la que me empezó a decir que su mamá se los quería llevar a Colima para que vivieran allá para siempre”, recordó sobre las señales que lo pusieron en alerta.
Al enterarse de las intenciones de su expareja y tres días antes de que se los llevaran a otro estado, el cirujano cardiotorácico de profesión, presentó un incidente ante el Tercer Juzgado de lo Familiar, donde fue completamente ignorado, recibiendo como respuesta la justificación del presidente del Colegio de Magistrados, de que el documento se había “traspapelado” por el personal.
En estos 14 meses de lucha, donde ha sido difamado y acusado falsamente de incumplir con sus obligaciones, el médico especialista y padre de familia, ha agotado todos los procedimientos e instancias legales con la única intención de ver crecer a sus hijos y cuidar su bienestar.
Entre las denuncias que ha interpuesto ante instancias como el Poder Judicial, la Pronnif y el Centro de Justicia y Empoderamiento de la Mujer, están una denuncia por violencia y sustracción ilegal de menores, otra por violencia familiar hacia él, al impedirle la convivencia acordada ante un juez familiar y, recientemente, la solicitud de un amparo ante un juez federal para ver a sus pequeños.
“ Mis hijos sufren de violencia sicológica y emocional por parte de su madre, pero mi niña sobre todo violencia física. Para mí es muy impotente que las autoridades no me hagan caso, que yo quiera verlos, que yo quiera cuidarlos, que yo quiera protegerlos”, señaló preocupado sobre la situación actual en la que se encuentran sus hijos, así como otras omisiones de las que ya presentó pruebas.
Así las cosas…
Los tres casos retratan rostros distintos de la paternidad en México:
En un país donde el Día del Padre pasa muchas veces desapercibido, estas historias muestran que la figura paterna también puede ser sinónimo de entrega, dignidad, dolor, lucha y amor incondicional.
No necesitan aplausos ni reconocimientos: necesitan justicia, acompañamiento y presencia.
En Coahuila, donde hay al menos 23 mil hogares encabezados por padres solteros, y en todo México, donde muchos ejercen su derecho a criar desde la sombra, el Día del Padre es también una jornada de memoria, dignidad y amor que, aun sin fiesta, se sostiene
No se rinden
En la casa donde Johny vive, aún esta la ropa y los juguetes que sus pequeños dejaron ese 12 de abril:
Esos objetos inanimados los abraza añorando una respuesta y arrancándoles hasta el último rastro de aroma impregnado, son los que le dan la fuerza para continuar esta batalla legal que parece interminable, donde un padre con pruebas en mano sólo busca que la ley esté de su lado.
Quiero que sepan que su padre no se va a rendir, que yo voy a seguir luchando todos los días de mi vida por recuperarlos, por volverlos a ver, que los amo mucho, que los extraño, que yo estoy aquí para cuidarlos y para protegerlos, que su padre siempre va a estar ahí a la orden”, afirmó.
En redes sociales, padres que están en situaciones similares siguen a Alejandro:
Encuentran consuelo en sus palabras y fuerza en su constancia. Algunos le escriben, otros simplemente lo leen en silencio. Todos entienden que la paternidad no se apaga con la separación.
Él no busca fama ni likes. Busca dejar un legado afectivo: “Todo esto lo hago para que mi hijo no piense que lo abandoné. Quiero que sepa que siempre lo esperé. Que cada publicación fue una manera de gritar que aquí estoy.”
Con información de Diana Rodríguez
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