“Para resolver problemas lo importante no es pensar mucho, sino pensar bien.”

¿Te ha pasado que ante algún evento o decisión le das vueltas y vueltas a las cosas y no dejas de pensar?  ¿Tienes la creencia de que las cosas sólo funcionan cuando se piensan demasiado? ¿Has experimentado el no poder dejar de pensar o la sensación de pensar demasiado? Solemos cavilar bastante y llegar a un grado de cierta confusión, revolviendo historias en nuestra mente. 

Según el diccionario, “Cavilar” significa pensar, reflexionar, deducir.

El cerebro cuenta con el pensamiento creativo y el pensamiento crítico. El creativo se enfoca en desarrollar la propia capacidad de ver las cosas de forma diferente e innovadora y de observar distintos panoramas. Mientras que el pensamiento crítico permite analizar las cosas, ahondar a profundidad y realizar conclusiones sobre las experiencias.

Susan Nolen-Hoeksema en su libro “Mujeres que piensan demasiado” habla sobre el “efecto levadura”, que sucede cuando nuestra mente se queda dándole vueltas a nuestros pensamientos generando emociones negativas. A partir de un pequeño problema o insatisfacción comenzamos a generar preguntas y temores que se expanden apoderándose de nuestro espacio mental y generándonos ansiedad. Acabamos pensando “todo lo he hecho mal”, “soy incapaz”, “no hay forma de solucionarlo”.

Cuando pensamos y “re pensamos” las cosas todo el tiempo, podemos terminar convirtiéndonos en alguien que se auto sabotea las cosas buenas que le suceden y que se detiene ante la vida.

¿Cómo dejar de darle tantas vueltas a las cosas?

1. Simplifica el contexto y pregúntate. ¿Esto importará en un mes más? ¿Afectará en 1 año? Amplía tu perspectiva de las cosas, para que puedas ver si es prioritario o no tan importante.
2. Suelta tu necesidad de querer controlarlo todo. Se que parece difícil, pero solamente comenzarás a vivir con libertad cuando comiences a soltar las cosas. Es imposible cubrir con todo y no cometer errores. Cada experiencia sirve para aprender y ayudarnos a crecer. Tratar de controlarlo todo genera estrés e impide ver posibles escenarios con anticipación. Comienza poco a poco definiendo las prioridades que están a tu alcance solo por hoy.
3. Tómate un pequeño “break” cuando no puedas pensar con claridad. Maneja tus pensamientos diciéndote “En este momento no vamos a pensar en esto”, “Cuando mi mente funcione mejor pienso en esta situación”. Por lo general en las mañanas después de haber descansado por la noche pensamos y digerimos mucho mejor. Si tenemos hambre y cansancio no pensamos efectivamente las cosas. 
4. Reconoce los momentos en los que te entra mucha ansiedad y comienzas a pensar de más.
5. Habla tus conflictos con personas que no piensan demasiado las cosas. Tenemos seres queridos que nos ayudan a simplificarnos. ¡Apóyate en ellos! Permite que otras perspectivas te den una visión más amplia de tu situación. 
6. Reconoce a las personas que te hacen pensar demasiado o tienen un efecto negativo en ti, ellas también te harán que caviles de más y sueltes menos.
7. Decide vivir tu presente sólo por hoy. Cuando te sientas lleno de tensión descálzate o busca algo que te conecte con tus sentidos. Toma algo frio, date un baño, cámbiate de espacio y quítate los zapatos. Interrumpe lo que haces y vuélvete a conectar contigo. Distingue lo que sientes, hueles, escuchas y miras.
8. Comienza a actuar efectivamente. El trabajar mucho no necesariamente significa productividad y eficacia. 

• Establece tiempos en tu agenda. Define el tiempo que le dedicarás a cada área.
• Dale prioridad a realizar una programación semanal. De esa forma tendrás claras las actividades que no puedes postergar y de forma inconsciente te organizarás mejor. Establece lo prioritario o lo urgente.
• Da pequeños pasos y haz cada cosa y actividad a la vez. La cavilación comienza cuando queremos abarcarlo todo, realizarlo y terminarlo al mismo tiempo.

1. Establece plazos cortos para decidir si no puedes hacerlo. Si estás por decidir una acción que te requiere 1 minuto hazlo. Comienza a actuar más y pensar menos. Para las decisiones más grandes que pueden llevarte más tiempo, dedícale 30 minutos con papel y lápiz a escribir: beneficios, posibles horizontes, cosas que podría transigir, qué cosas no podrías transigir, acciones efectivas. El poner las cosas en papel y lápiz da una sensación de claridad y descanso a nivel mental.
2. Identifica la rumiación o los pensamientos nocivos que te generan frustración. En ocasiones son formas de auto sabotaje para decirnos: “No eres capaz”, “Todo lo haz hecho mal”; y encontrar un sin fin de actitudes que te generen ansiedad, negatividad o impulsos negativos hacia tu autoestima. Aprende a controlar estos pensamientos y a cancelarlos. Reconoce tus luchas y tus esfuerzos y decídete a hacer lo mejor posible las cosas SÓLO POR HOY.

Recuerda que tú eres dueño de tus pensamientos. La única forma de trabajar para manejar mejor tus pensamientos es siendo consciente de en qué cosas eres asertivo y cuándo tiendes a distorsionar. Comienza observándote a ti objetivamente y tus actitudes, deja de atormentarte y de darle vueltas porque eso solamente te generará ansiedad. Reconoce de qué forma o en qué momento tomas las mejores decisiones.