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Necedad e ignorancia

Por Columnista Invitado

Hace 2 años

Por: Jorge Suárez Vélez

“Al aventón”, “Al ai se va”; si tuviera que describir la actitud del Gobierno de López Obrador para encarar los enormes desafíos que México enfrenta, esas frases vendrían a la mente. En casi medio sexenio no ha habido una sola estrategia diseñada con esmero y cuidado, una bien pensada y con objetivos claros. Esa negligencia es grave cuando la humanidad trata de contener los estragos que causa esta devastadora pandemia.

Este Gobierno empezó pensando que, si evitaba ponerle el reflector a la pandemia, esta acabaría esfumándose. Otros gobiernos, como el de Trump, pecaron de lo mismo. En México, con más de medio millón de muertes, con más de 141 mil niños que cayeron en la orfandad por la pandemia (el número más alto del mundo), con más de 10 millones de nuevos pobres, con 40 mil empresas quebradas y la peor caída en nuestra economía en casi 90 años, seguimos enfrentando la pandemia sin método o estrategia.

Nuestros niveles de vacunación siguen siendo bajos. Inexplicablemente, tenemos 20 millones de vacunas guardadas, a pesar de que solo uno de cada cuatro mexicanos ha recibido el ciclo completo de vacunas. Seguimos sin restringir quién entra del extranjero. No pedimos cuarentena, pruebas PCR y/o comprobantes de vacuna, como lo hacen otros. Seguimos sin vacunar a todo el personal médico. No tenemos un sistema para rastrear contagios, ni hemos hecho obligatorio el uso de cubrebocas en espacios públicos. Básicamente, cada quien se cuida como puede. Eso es cruelmente injusto para quienes menos tienen. Cientos de miles de mexicanos con recursos se vacunaron en Estados Unidos y muchos pueden optar por quedarse en casa. Quienes viven al día no pueden hacer una u otra cosa.

Ahora viene el regreso a clases. Brilla por su ausencia el plan para reducir el riesgo. ¿Qué han hecho otros países? Primero, vacunaron maestros (y algunos también a mayores de 12 años). Después, dividieron las clases en grupos pequeños y les hacen pruebas semanalmente. Cuando alguien está contagiado, se aísla solo al pequeño grupo con el que el afectado convivió. La mayoría de las universidades estadunidenses regresarán a clases presenciales en septiembre. Solo pueden asistir alumnos que prueben estar totalmente vacunados. Aun así, el uso de cubrebocas será obligatorio, les harán pruebas constantemente y mantendrán viajes y eventos masivos restringidos.

No hacer una estrategia inteligente para el regreso a clase pone a los padres en una disyuntiva injusta: escoger entre que sus hijos sigan atrasándose, arriesgándose a que el retraso se vuelva permanente después de perder un año escolar completo, o poner en riesgo no solo la salud del alumno, sino la de quienes viven con este.

López Obrador sigue tratando la pandemia como si estuviese por acabar. Es ese quizá su más grave error. No entiende y no quiere entender. Mientras que tenga a cargo a un asesino lambiscón e incompetente como López-Gatell, no habrá siquiera la esperanza de que alguien intente hacerlo entrar en razón. Alcanzar inmunidad de rebaño como estrategia dejó de tener sentido al surgir la variante Delta, 50% más contagiosa que las previas. Con esta, quizá se requeriría que 98% de la población estuviera vacunada o previamente contagiada para alcanzarla. No va por ahí.

Tenemos que aprender a vivir con la pandemia. Su secuela será menor si aprovechamos toda herramienta a nuestro alcance. Mientras más nos tardemos en hacerlo, más tardará la normalidad. No podemos tomar a la ligera que más gente se contagie. Abunda la evidencia de que el padecimiento de “síndrome post-Covid”, que apenas empezamos a entender, será un pesado lastre en los sistemas de salud pública. Además, mientras el grueso de la población mundial no esté vacunado, la posibilidad de variantes aún más contagiosas, o incluso resistentes a la vacuna, sigue sobre la mesa.

Contener la pandemia no es asunto político. No es de izquierda o derecha. No es neoliberal. Salvemos tantas vidas como podamos, esforcémonos para que nuestros niños tengan un regreso seguro a clase. Enfrentemos el reto con la seriedad que su gravedad demanda.

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