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Nos encontramos en la recta final rumbo a las elecciones 2024.  Unas elecciones con pronóstico reservado porque, aunque exista una candidata del oficialismo, la que tiene una gran ventaja por todo el aparato gubernamental a su disposición, la última palabra la tiene el elector, el ciudadano que acudirá a su casilla a depositar su voto en las urnas el 2 de junio.

          Y el voto es libre y secreto, por lo tanto, el sufragio no debe estar sujeto a presiones ni encuestas engañosas que ya dan un triunfo a la candidata que representa la continuidad de un gobierno fallido.

         Un gobierno que ha hecho mucho daño al país con sus decisiones, por lo tanto, nos queda a deber muchísimo.

         Existe mucha, muchísima inconformidad entre no poca gente y se justifica su malestar porque de las promesas de campaña solo queda un triste recuerdo.  La realidad nos ofrece una violencia que ofende, denigra y lastima a quien ama verdaderamente a su país.

         Del ofrecimiento del gobierno que se autonombró de “transformación”, el que iba a   pacificar al país, quedan las palabras que no se llevó el viento.  En cambio, la violencia creció a pasos agigantados, mostrándonos el rostro cruel, inhumano y destructor.

        Como resultado tenemos una violencia que ha traspasado los límites de la tolerancia.  No se vale decir que “el país va bien” cuando existe la evidencia de que se incrementan los muertos diariamente.

          Se ufana quien gobierna, de haber ganado la elección con un gran margen y no se discute la aseveración. Solo que deben aceptar, empezando por quien gobierna, que no supo o no quiso llevar a nuestro México a un excelente nivel.

         Por el contrario, en todos estos años, se dedicó a destruir lo que funcionaba, a insultar, a denigrar a otras fuerzas políticas.  Lo peor, es que polarizó al país, humilló a la clase media, mostró su deseo infame de confrontar a los ciudadanos.

         Todo por el poder.  Un poder que no supo ejercer para todos; para un pueblo noble como es el pueblo de México.

          Tiempo perdido que debió utilizarse en unir esfuerzo y gobernar para todos.  Pero no, fue más grande el odio, el resentimiento, la ambición y el amor al poder, que a un país maravilloso como es el nuestro.

          Hoy, nos encontramos a unas semanas de que se lleven a cabo elecciones. Debemos recuperar nuestro México y trabajar unidos, sin divisiones, ni odios. 

         En estos momentos, faltando poco tiempo para la instalación de las casillas, debemos definirnos por la candidata de nuestra preferencia.  Son dos opciones reales, porque el tercer aspirante a ser presidente no creo tenga posibilidades y lo que se lograría es dividir.  

         Después del segundo debate, ya debemos ir analizando por quién vamos a votar. Definir el voto quienes estén dudosos aún, sería la sugerencia.  Se espera un tercer debate, pero lo importante, considero, ya lo hemos observado a través de la campaña.

        Hemos observado todo un aparato gubernamental al servicio de la candidata oficial.  Derroche de recursos: acarreo de personas en autobuses; “moche” y todo lo que hacen los que se dicen “diferentes” y practican la “honestidad” con “austeridad franciscana” pero tienen dinero en paraísos fiscales

        Los programas sociales no han sido utilizados como un acto de justicia sino como un anzuelo para atrapar incautos o con grandes necesitades.  

        Esos no serán eliminados como pretenden hacer creer por si llegara a quedar Xóchitl Gálvez.  

        Es decir, mentira tras mentira con tal de enlodar la campaña de Xóchitl, la candidata del PRI, PAN, PRD.   

       Lo más triste e inaceptable en todo es la polarización que han sembrado en estos casi seis años de gobierno de MORENA.  Ese odio que destilan en las Cámaras los que se dicen diferentes.   Y realmente lo son, no son iguales a los gobiernos anteriores, son peores.  

      Al ir a votar este dos de junio, que sea un sufragio razonado, pensando en México y en el futuro de este maravilloso país que aún es nuestro.  

       Que no se haga caso al engaño, a las presiones de que quien recibe pensión debe votar por MORENA.  El dinero de los programas sociales es de los mexicanos, no de un partido político ni de quien representa al oficialismo.

       Y salgamos todos a emitir nuestro sufragio.  Recuerda que el voto es LIBRE Y SECRETO.