Arte

Publicado el jueves, 20 de noviembre del 2025 a las 04:01
Ciudad de México.- En tiempos aciagos como los que atraviesa el mundo actualmente, el arte y la cultura pueden aportar una perspectiva humanizante y que reconcilie, considera la poeta Coral Bracho. Tal fue el sentido del mensaje que la escritora dirigió este miércoles durante la ceremonia en la que se le hizo entrega de la Medalla Bellas Artes de Literatura 2025.
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Vivimos ahora un momento de la historia de la humanidad vulnerable como pocos desde las guerras mundiales, y como nunca necesitamos de la sensibilidad y la mirada que el arte y la cultura en todas sus formas y expresiones nos proporcionan”, expresó Bracho (Ciudad de México, 1951) en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
“Una sensibilidad que nos lleve a valorar y proteger la naturaleza, de la que formamos parte, y a proteger y a apoyar a tantos y tantos seres humanos expulsados de sus territorios por la miseria, por la discriminación de otros que repiten las más superficiales e insostenibles consignas, y por las guerras que eliminan a generaciones”, añadió.
En palabras de quien en su juventud deseaba cursar una carrera científica sobre el estudio de la mente, pero al no existir aún las neurociencias ingresó a Letras Hispánicas en la UNAM, “nada como la cultura, el arte y la ciencia pueden abrirnos nuevas perspectivas y maneras de ver el mundo y a los demás seres humanos para poder, poco a poco, desarticular la inconcebible violencia que nos rodea”.
Reconocer a Bracho con la máxima distinción que otorga el Inbal fue decisión del jurado integrado por sus colegas del gremio Lilia Barbachano, Ana García Bergua y Eduardo Casar, este último presente en la ceremonia de entrega, y quien habría de referirse a la laureada como “una poeta muy léxica que siempre busca el peso y la contundencia de la palabra misma”.
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Yo siempre quedo desconcertado con la poesía de Coral, que es una gran creadora de misterios, los misterios que se crean a través de la perplejidad y del efecto que uno siente con un poema para el cual sí es uno el receptor adecuado”, comentó Casar luego de calificar Peces de Piel Fugaz (1977), primer libro de la poeta galardonada, como “una magnífica conmoción”.
Para Myriam Moscona, también poeta y amiga de Bracho de hace mucho tiempo, aquellos versos inaugurales “proponen una extrañeza que se queda grabada en el lector”, además de haber constituido “la explosión de una voz, de un discurso tan propio que no nos recuerda en su originalidad a nadie, pese a que en ocasiones haya dicho que su lectura de José Lezama Lima fuese un detonador para su mundo. Ha pasado por momentos de distinta exploración, pero nunca le he detectado una caída; no conozco un sólo verso fallido en la obra de Coral Bracho”, continuó. “Tiene convicciones, pero no militancias poéticas; ningún ‘ismo’ contamina su trabajo”.
Tras un fugaz repaso por varias obras y momentos de su escritura, Moscona compartió que, en tanto amigas, suelen burlarse de sus distracciones, acaso ninguna tan grave como cuando Bracho olvidó en la cajuela de un taxi tres maletas llenas de ficheros, notas, capítulos concluidos y apuntes de sus visitas a la Biblioteca del Congreso de Washington, todo para la tesis doctoral que realizaba acerca del encabalgamiento, recurso que suele ejercer en su poesía.
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Me imagino que el taxista pensó, al hurgar en los papeles, que se trataba de una exótica pasajera interesada en algún hipódromo de apuestas. Lo imagino desechando los inútiles papeles”, bromeó Moscona. “Con esa tesis en proceso, perdió la academia y ganó la poesía. Coral se dedicó de lleno a escribir”.
Luego de recibir la presea y un diploma de manos de las titulares del INBAL y de la Coordinación Nacional de Literatura, Alejandra de la Paz y Nadia López, respectivamente, Bracho repartió agradecimientos, tanto a Bellas Artes como al jurado, y también a Ediciones Era, que ha publicado casi toda su obra en México, “con el invaluable apoyo inicial de Vicente Rojo”, enunció la poeta.
Bracho, quien el año pasado se convirtió en la primera mexicana reconocida con el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca, rememoró que desde el primer instante de su incursión en la poesía la deslumbró experimentar ese mismo disfrute que le había producido antes cantar en un coro; “las palabras surgían como presencias sugerentes que respondían a aquello que buscaba expresar”, destacó.
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La incesante interacción de ese flujo generativo, y una concentrada consciencia analítica y sopesadora de las nuevas imágenes y del peso sonoro, rítmico y plástico de las palabras, coincidían así en un proceso complejo y gozoso de incesante descubrimiento en distintos niveles de consciencia en los que la escritura de poesía se adentra e ilumina de una manera única”, narró la poeta.
“Desde un principio, fue muy claro para mí que en el proceso creativo y en la lectura de poesía convergen formas de consciencia y de sensibilidad que nos acercan a los demás, al mundo que nos rodea y a nosotros mismos”, refrendó.
El acto estuvo lleno de palmas y abrazos para Bracho por parte de quienes la acompañaron, entre amistades, seguidores y familia, incluidos el matemático Javier Bracho Carpizo, su hermano menor, y la neurocientífica Herminia Pasantes.
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