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| Miguel Canseco lleva varios años dedicado al estudio del tarot.

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Presentan Julián Herbert y Miguel Canseco el Tarot de la Taberna

Por Christian García

Publicado el viernes, 24 de septiembre del 2021 a las 04:10


Concretan proyecto artístico y esotérico

Arteaga.-La primera vez que presencié al Tarot de la Taberna, proyecto que crearon en conjunto el artista visual Miguel Canseco y el escritor Julián Herbert bajo el auspicio de La Taberna El Cerdo de Babel, fue en el pueblo de Real de Catorce, San Luis Potosí. Lugar que a decir del pintor “tiene una vibra mística, sobrenatural”, razón por la que se eligió como el escenario que “abriría puertas” con ayuda de la baraja.

Fue un cuarto subterráneo, fresco y oscuro, aunque iluminado con tenues luces de veladoras y rodeado de mujeres “el poder femenino”, el hogar de la primera lectura de los símbolos que durante varios años Canseco dibujó con maestría e inspiración del mazo de Marsella, mientras que Herbert aún preparaba el manual.

En esa ocasión una de las cartas de prueba se ofreció como sacrificio al fuego: “el humo se eleva para agradecer”, dijo en ese entonces Canseco y agregó que “así se sella una promesa”.

En ese momento, al resguardo de la tierra, se pudo sentir la conexión espiritual entre los artistas que, sonrientes y en fraternal abrazo, dieron el primer paso de un juego de cartas que se concreta hoy en la Feria Internacional del Libro de Coahuila, con la presentación del mazo y el librillo que lo acompaña.

Para Herbert su manual no es un instructivo como tal, sino más una forma de escritura diaria que se incorporó a su proceso personal de trabajo. La idea original fue trabajar siete entradas breves con una carta en especial a partir de formas de conocimiento de diversas culturas: Tesera, Paramita, Tlacuhuilo; obras performáticas que vienen de la cultura india, náhuatl y griega u occidental, como la define el autor. Herbert ejemplifica que la tesera “es una pieza que embona con otra y, en este caso, es una especie de contraseña de las imágenes que creó Canseco, pero sin que yo las conociera”.

 

Así, este librillo “está conectado de una forma lateral del modo esotérico, y de algún modo con los procesos de composición herederos de la patafísica y muy vinculados del surrealismo”, de esta forma Herbert construye un collage de citas.

 

De esa forma, el tarot ha influido en su vida de una forma muy particular. Principalmente ha sido un agregado casi ritual a una rutina que incluye la meditación zen, pero que también “modificó mucho mi relación con los símbolos, me reconectó con un momento de mi juventud en la que tenía mucha conexión con ellos”, por eso tanto la lectura del tarot –que Herbert tira tres veces al día, en conjunto con otras actividades de autoconocimiento le dieron “una forma de entender el absurdo, buscarlo y descifrar algunos elementos de él, pero también con los límites del lenguaje que ha sido un tema que también me ha obsesionado mucho, sobre todo a través de la lectura de Wittgenstein”.

Así, la construcción de este librillo fue “una experiencia estética y filosófica, pero también un sentimiento del lenguaje desde una zona de límite”, una forma de leer la realidad, la naturaleza y al mundo.

 

El sentimiento del lenguaje y el sentimiento de los símbolos está muy cargado de la sensación de que todas las cosas transmiten”, apunta.

 

Durante la primera tirada que Herbert hizo con el Tarot de la Taberna la carta que lo representó fue El Emperador, mientras que la segunda que representa a su colega Miguel Canseco fue el mago.

 

Para el escritor su “carta espejo” “tiene menos que ver con el poder y más con la estabilidad. Creo que a mí me corresponde conectar esa magia muy poderosa que tiene alguien como Miguel con un mundo un poco más de lo doméstico. Creo que en el fondo eso es lo que intenté hacer, aunque el lenguaje del manual está muy abierto y juega con los tintes del caos es muy wittgensteniano también, al tratar de jugar con los límites del lenguaje desde este lado de la acera, del lado racional”, concluyó el escritor.

 

Mientras que el artista visual ha señalado con anterioridad que “el Tarot del Cerdo no es una obra normal porque no son solo imágenes, sino reflejos de mis vivencias como tarotista”.

 

Fue de naturaleza no planeada y, por eso, de naturaleza totalmente ritual. Todos pusieron algo de su ser en el producto final y eso me encanta, porque quiere decir que quien lo quiera como un producto cultural, un libro o pieza de colección, lo puede hacer, pero quien lo quiera activar como una herramienta de visión también lo puede hacer, porque eso está en su DNA; en su estructura hay una parte del alma de muchas personas”.

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