“El desapego significa no sentir ningún remordimiento por el pasado ni miedo por el futuro; dejar que la vida siga su curso sin intentar interferir en su movimiento y cambio, sin intentar prolongar las cosas placenteras ni provocar la desaparición de las desagradables. Actuar de este modo es moverse al ritmo de la vida, estar en perfecta armonía con su música cambiante, a esto se llama iluminación”.
Alan Watts
Los vínculos afectivos o apegos se construyen a través de las relaciones afectivas. Nuestro primer apego comienza con el amor hacia nuestra madre y padre. Establecemos un lazo, una conexión profunda que nos brinda amor y seguridad. De ahí vamos generando apegos a familiares cercanos y a las personas que nos rodean.
De la misma forma como nos apegamos a las personas, también lo hacemos a las cosas físicas o materiales, al trabajo, a la necesidad de ser aceptados o de ser incluidos, incluso a la idea que nos compramos de nosotros mismos.
Bowlby, experto en la teoría del apego, confirma que cuando no logramos establecer lazos emocionales íntimos con otros individuos, buscamos desempeñar el papel de “buscar que cuiden de mí” o por el contrario el “cuidar de todos”.
Cuando en una relación no hay aceptación, no hay equilibrio en el dar ni el recibir, hay sufrimiento e inseguridad… hay un apego negativo. Si necesitas del otro para llenar tus vacíos, o eres tú el que llena los vacíos de los demás, sólo podrás darle carencias, sombras y heridas, porque no hay amor en calidad. Por eso es necesario ir hacia adentro, sanar nuestras heridas y aprender a amar desde tu parte adulta.
Si no formamos vínculos sanos desde nuestra infancia, es natural que nos apeguemos a cosas o a personas para llenar vacíos o huecos de nuestro interior. Si has llegado a decir a tu pareja “sin ti no puedo vivir”, “si no te tengo no tengo nada” o has pensado lo mismo de tu trabajo, pertenencias económicas o hasta de tu cuerpo… vives apegado en una relación de necesidad enfermiza, buscando recibir del otro lo que no hay dentro de ti y sentir esa sensación de “tener algo”, mientras que nada podrá llenar esa expectativa o necesidad. El miedo a perder, a quedarte solo, a no ser lo suficiente… son sólo faltas de amor propio, señales de poca autoestima y de que es necesario trabajar en reconstruirte a ti mismo.
Nuestra mente funciona apegándose a eso que cree que le da felicidad.
Sin darnos cuenta, nos apegamos a esas cosas aparentes que nos dan seguridad…
Nos apegamos a las personas, al trabajo, al dinero, a las circunstancias.
Si nos aferramos a algo, es porque hay apego. Y sin darnos cuenta, nos hacemos adictos a eso. Y bien decía Buda, ese apego es la raíz de todo sufrimiento.
La verdadera felicidad es el no estar sometido al poder de ninguna persona o cosa. Comprender, mirar, detenernos a aceptar y entender a profundidad que nada nos pertenece y que no tenemos el control de nada ni de nadie. Que sólo nosotros podemos decidir apegarnos a esa rama y decidir cómo ese pájaro no querer volar o aferrarnos a ese lugar. Solemos relacionar el apego con el tema material, pero no solamente va relacionado en eso. Todos hemos de gozar el mundo material, pero no depender de eso para nuestra felicidad. Uno comienza a gozar las cosas cuando se está desapegado. Por decir, estamos apegados hasta al celular, dejamos de mirarlo y nos llenamos de ansiedad. No tienes que renunciar al goce, simplemente renuncia a sentirte ansioso, tenso, deprimido ante la pérdida de eso a lo que te aferras.
Walter Riso dice que amar sin apegos es amar sin miedos, es hacerse cargo de uno mismo y buscar un sentido a la vida. El desapego consiste en deshacerse de todo eso que te hace infeliz, en desear sin ansiedad y sin sentirte emocionalmente atado al logro de eso que deseas. El desapego es el arte de soltar, de darte la distancia de los problemas, las personas y las cosas; comprendiendo que los problemas son parte de la vida diaria.
Logramos el desapego cuando nos hacemos conscientes de que la felicidad está en nuestro interior y que el exterior es sólo una pequeña parte de lo que somos.
Eckhart Tolle decía: “El apego por las cosas se deshace por sí solo a medida que tú dejes de buscarte en ellas”. Así que permítete decir NO a eso que ya no te nutre ni resuena con tu propia esencia, hazte responsable de esas relaciones y decisiones en las que quieres sanar y elige tomar tu presente hacia lo que hoy te hace feliz. El soltar las ataduras te permitirá disfrutar de tus relaciones reales, sanar lo tóxico que hay en tu vida y trabajar para construirte, sanarte y darte a los demás en equilibrio.
Sólo hasta tener esa convicción de soltar, esa fuerza interior y ese amor propio, podrás ser como ese pájaro que decide soltar esa rama, para disfrutar y experimentar de un nuevo vuelo.
“Cuántos más apegos dejes caer por el camino de la vida más cerca estarás de encontrarte a ti mismo. El reto: soltarte de las dependencias que te impiden ser tu mismo”. Walter Riso
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