“La fraternidad mundial de todos los trabajadores es para mí la cosa más elevada y más sagrada de este mundo, es mi estrella guía, mi ideal, mi patria; prefiero renunciar a la vida que traicionar este ideal”.
R. Luxemburgo
Ante los golpes que la presidenta Sheinbaum ha dado contra casos de corrupción de gobiernos emanados de nuestro propio partido-movimiento, la oposición vuelve a equivocarse al intentar recuperar su discurso en contra del expresidente López Obrador.
El propósito es provocar un deslinde entre Mandataria y exmandatario a través del truco, que no les funcionó en la campaña interna al llamarla clon y en la constitucional, al intentarla rebajar a la figura de marioneta.
Es difícil para los conservadores comprender la fraternidad de quienes compartimos un proyecto de nación que privilegia los derechos de los trabajadores y el bienestar de los pobres.
Desde el inicio de su Administración, la doctora Sheinbaum advirtió que no se distanciaría del expresidente, porque ambos son parte del mismo movimiento, el cual empoderó al pueblo, porque gracias a la cuarta transformación, y a la conciencia del pueblo, este puede reconocer su fuerza moral y su historia.
De manera expresa señaló que no se deslindará de Andrés Manuel López Obrador, y que continuará lo que ella considera el segundo piso de la transformación del país.
“Lo que quisieran es que hubiera deslinde, que marcara diferencia, que lo criticara. No lo voy a hacer. Nunca”.
Durante la visita de Marco Rubio, secretario de Estado norteamericano, quien, gracias a la estrategia diplomática del Gobierno de la República, hizo una serie de declaraciones que, en principio, pese a enfriarle los ánimos a los vende patrias al cancelarles el discurso de la falta de cooperación y de la necesidad de intervención militar en contra de los narcotraficantes. Les permitió luego en su fantasía concebir y sobre todo difundir, otra más de las teorías conspiranoicas: que el gobierno norteamericano persigue al expresidente, para de nuevo sugerir en beneficio del pueblo y su Presidenta, el deslinde con el que sueñan. Sin darse cuenta que la Casa Blanca no necesita traidores porque ya encontró aliada.
Cómo los proyectos empapados del café matutino nos levantan en la gracia del día.
En el infinito de la misericordia.
En la punta del cielo donde una taza invoca la fraternidad canto a una memoria.
Que no desconoce.
Ni pide a la lealtad que castigue a quien admira.
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