Saltillo.- Asistir a un show de Vicente Fernández resultaba ser siempre una intensa experiencia, de esas que cuando uno sale del concierto termina con una especie de embriaguez (más allá de la etílica) que daban ganas de continuar la fiesta o de perdido seguir cantando de regreso a casa. 

El popular ídolo jalisciense amenizó en un par de ocasiones el Palenque de la Feria de Saltillo y en la primera década del nuevo milenio canto en el Auditorio Las Maravillas, y como siempre dejó un muy buen sabor de boca entre los asistentes.

Pero si sobre el escenario lucía imponente, tras bambalinas, a pesar de mantener un aura de grandeza, proyectaba una calidez propia de aquellos a los que les llena de felicidad hacer lo que hacen. Vicente destilaba alegría y la contagiaba. De ahí la magia que lograba establecer en sus presentaciones. 

En una de sus entrevistas que concedió en la capital coahuilense reiteró lo orgulloso que se sentía por los logros artísticos de su hijo Alejandro, cuya primera intervención en televisión, siendo aún un niño, la cual terminó en lágrimas del pequeño, enterneció al público.

Respecto a ello, Vicente reveló que a sus hijos procuró hacerlos hombres de bien y más allá de reprimendas rigurosas, le dio prioridad a predicar con el ejemplo de lo que debe ser un hombre íntegro y de honor. 

Asimismo, aseguró en esa ocasión que estaba satisfecho con todo lo que había construido a la largo de una vida de trabajo, pues sentía que había cumplido muchos de sus sueños y sobre todo agradecía a Dios por la familia que había formado junto a la mujer de su vida.