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Síndrome de “falsa realidad” que propician los padres de familia con los “hijos trofeo”

Por Ramón Rocamontes

Hace 2 años

En muchas familias, existen hijos de todo tipo; los preferidos, a los que los padres les prestan toda su atención y todo su amor y obviamente toda su energía se inclina hacia ellos y los que en ocasiones no se les toma en cuenta de la misma manera.

De manera cotidiana, éste pequeño, es sobreprotegido, que nadie y nunca le reprochan cualquier error que llegue a tener y lo que lo convierte en otra cosa.

Los padres de familia, toman como una gran ofensa, el que cualquier persona, ya sea entrenador, la misma familia o compañeros, puedan intervenir con cualquier aportación hacia él, luego de justificar cualquier error que llegara a cometer y será encubierto por los mismos padres.

Muchos padres, tienen no uno, sino varios hijos, que lamentablemente llegan a convertirse en su propio ego, al enfocarse en resultados que ellos mismos no tuvieron de jóvenes, incluso sus objetivos, los convierten como propios.

Alrededor de toda la formación, pedagogía y psicopedagogía, podemos encontrar una gama de informaciones, incluso manuales, que nos lleven a mejorar nuestras experiencias, como padres de familia y entrenadores, sin embargo la vida, no tiene un manual, y cada quien experimenta de manera personal, sus vivencias, que les da madurez, sobre todo la sabiduría o sapiencia, para tomar mejores decisiones.

Lamentablemente, estas situaciones se dan, por traumas en la niñez, y estos efectos, se producen porque de pequeños, recibimos un exceso de atención y quizá nos ofrecieron cualidades que no teníamos o con las que no podíamos identificarnos.

Esto obviamente, repercutió en cargar esperanzas y anhelos de nuestros padres o tutores, más que nuestro propio ser y más adelante, no sabes cuánto tiempo, se convertiría en una “Falsa realidad”.

El destino o manera para ser nombrado de esta manera, al pequeño deportista o cualquier actividad, que realice; es porque los papás, lo presumen, con el objetivo de presumirlo a los demás, a diferencia de sentirse orgullosos por sus logros, no deja de ser el ego guardado de los padres.

Es importante estar atentos a estos indicadores, ya que el niño cuando es pequeño. Dicha conducta se manifiesta, y confunden estas prácticas, como amor verdadero, y los papás le premian con recompensas o tratos especiales, cuando la situación, debería de manejarse como algo que es parte de su formación. Ojo es una percepción personal, desde una óptica objetiva, que quizá algunos no compartirán con su servidor.
Los niños deportistas, verán esta recompensa o premio, y se formarán una, “falsa realidad”, que es un mecanismo de defensa, para no perder su favoritismo y estatus, ante sus padres; lo que ocasionará una verdadera, “falsa confianza”, por temor a cometer errores o ser sancionado y castigado, al no reaccionar o no tener una conducta que los padres quieran que ejecute.

Con estas prácticas, el niño al convertirse en joven, tendrá la expectativa de vida, como algo extraordinario, lo que le añade un verdadero lastre que se echará a sus espaldas, para poder complacer a sus padres, en todo lo que pidan.

Esto ocasionará, una “relación tóxica”, donde el hijo tendrá la necesidad de honrar a como dé lugar a sus padres.

Ante toda ésta malformada actitud, el “Niño o joven trofeo”, puede manifestar una tendencia a percibir o exigir un trato especial con todo tipo de personas, con la que interactúe, lo que propiciará, que culpará a sus compañeros o miembros del equipo, destacando las “atribuciones”, personales, donde destaque sus errores, y culpe a sus co-equiperos, o incluso a llegar a mentir, porque sabe lo que puede obtener con sus progenitores o padres de familia.

Al paso de los años, éste pequeño, tendrá una serie de problemas en su entorno y puede incluso afectarle en sus estudios, relaciones interpersonales y como adulto.

Con lo anterior, crecerá con una sensación de manipular y miedo a ser descubierto, pero principalmente con inseguridad, ya que al descubrir el verdadero y real modo de vivir, cada vez que crece más, su entorno será completamente diferente a lo que le enseñaron.

Con lo que creerá que es superior a cualquier persona, producto del instinto de supervivencia que desarrolló en la niñez y que al paso del tiempo, se convertirá en ego, ya que con esto, al descubrir que podía perder su status de favorito, cuando es el hermano o consentido cuando es el único hijo.

No se puede y no debería premiarse a un niño, desde pequeño por todo lo que hace y menos si lo homenajeamos por algo que queremos nosotros que él haga; el pequeño desarrollará una conducta donde creerá que hay que premiarle o debe tener algo a cambio por todo lo que hace, bien sea material o de un valor que él considere importante.

Es importante mencionar que el triunfo y la derrota, se deben de manejar de la misma forma, pero lo más importante, de acuerdo a la edad; hacer ver la importancia de la escuela, además de la actividad física, trabajo en equipo; beneficios, tanto psicológicos, sociales y desde luego los físicos, en la práctica deportiva.

Posteriormente, al crecer rodeado de caprichos, que le han sido cumplidos en todo momento, creerá que merece todo y lo mejor; incluso menospreciará recompensas, inferiores o injustas. Y terminará por formarse o convertirse en un adulto, que nunca sentirá empatía por los demás, incluso poder llegar a transformarse en narcisista, en su etapa de adulto.

Éste niño, terminará por convertirse, en alguien que busca su lugar en el mundo y no podrá deshacerse de su sensación de querer aportar algo de gran valor para la humanidad; su verdadero anhelo no es revolucionar, ni cambiar el mundo, es simplemente ser aceptado y amado por lo que es, para los demás y para sí mismo, con sus fallas y aciertos.

Es de suma relevancia que los padres siempre vigilen el comportamiento de sus hijos no sólo en el hogar, sino también con las demás personas.

Estas actitudes puede ser que un padre no las note, y mucho menos si su hijo es el trofeo, pero sí las puede observar un tercero, con la suficiente confianza, podrá recomendarle o decirle a los padres, lo oportuno, para puedan corregir y entrar en razón. Aquí esta una responsabilidad social, muy importante.

Principalmente, a los padres no debería importarles dónde termina el hijo, haciendo énfasis a los deseos de ellos; si no ser los deseos del hijo siempre y cuando estén dentro del camino de convertirse en buen ciudadano.

No por estas razones los padres son malas personas; este “Niño trofeo”, no es más que su deseo de lograr en sus hijos, los objetivos o muchos que ellos, no pudieron alcanzar.

Por todas estas razones, mi querido amigo lector, se transforma lo que puede ser un orgullo de los logros de tu hijo, a una, “falsa realidad”, que sólo alimenta el ego del progenitor.

Sin duda alguna, en éste tenor, el niño se sentirá inseguro, y no podrá ver ese “futuro dorado” que tanto le han prometido; sin embargo, el verdadero premio es sentirse parte de: la libertad plena de poder sentirse quién es realmente en el mundo y descubrir su propio desarrollo, pero lo mejor, disfrutar y ser feliz.

Es importante entender, que el “hijo trofeo”, es liberado para disfrutar una verdad fundamental. Que una vida no necesita ser dorada para ser valiosa.

Que podemos vivir de muchas formas; no con el signo de pesos, o una etiqueta de medalla o trofeo, pero aun así, ser merecedores de amor, autoestima y autoconfianza adecuada, pero lo mejor de todo, enseñarles a amarse así mismos y ser felices.

Hasta la próxima!. Excelente inicio de mes, el último del 2021. ¡Gracias! por leerme.

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