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Una ciudadanía activa

Por Marcelo Torres Cofiño

Hace 3 años

La política contemporánea reclama la construcción de modelos de cogobernanza en los que autoridades y ciudadanos jueguen roles igual de importantes. Trabajar juntos no solo es necesario debido a la desconfianza creciente que existe hacia las instituciones y los servidores públicos por parte de la ciudadanía; lo es, también, por la enorme complejidad de los problemas que nos aquejan como sociedad.

Un ejemplo de la elevada dificultad de los asuntos de Gobierno lo encontramos en el crecimiento acelerado y poco planificado de la mayoría de las ciudades en nuestro país, lo que ha repercutido de manera negativa, encareciendo la entrega de los servicios públicos; dificultando la movilidad; incrementando la inseguridad y dañando el medio ambiente, entre otras consecuencias.

Podríamos, por supuesto, partir de la tesis de que la existencia de un Cabildo y de unas instituciones municipales se justifica a partir de la solución de esos problemas. Sin duda algo hay de razón allí. Pero la experiencia nacional y mundial nos demuestra que las autoridades por sí solas, incluso siendo muy competentes, no logran resolver de manera significativa esos desafíos. En cambio, bajo una lógica similar a la que encierra la expresión “una ciudad limpia no es la que más se barre, sino la que menos se ensucia”, los modelos de cogobernanza son altamente exitosos.

Sé que, desde la lógica populista, queda muy bien presentarse como el salvador de todos y decir que uno es el cambio y que los males desaparecerán de inmediato, una vez ganada la elección. Pero ya sabemos en qué termina eso: en largos años de escuchar excusas en lugar de atestiguar las soluciones. Por eso, necesitamos impulsar modelos que impliquen un equilibrio entre lo que efectivamente deben cumplir las autoridades y los asuntos que la ciudadanía tiene que asumir como compromisos reales, como, por ejemplo, el de no tirar basura en las calles.

Los concejos ciudadanos, hasta ahora, han sido poco útiles porque, salvo contadas excepciones, no se ha tomado en serio su existencia, pero deberían tener un rol protagónico, tanto en la comprensión de los problemas, como en la búsqueda creativa de soluciones. Para que eso sea posible debemos garantizar que dichos consejos sean conformados de tal forma que sus integrantes tengan capacidades técnicas probadas. Y por supuesto, hace falta una convicción política y una mística de trabajo por parte de las autoridades, para escuchar y actuar.

La humanidad ha sido testigo de cómo sociedades que fueron prácticamente destruidas por las guerras o los desastres naturales, como Alemania o Japón, resurgieron de entre las cenizas para convertirse en grandes potencias mundiales. La evidencia demuestra que, en todos los casos, la fórmula para el renacimiento ha sido la participación conjunta de autoridades y ciudadanos. En contraste, cuando ha sido un solo individuo el que anhela pasar a la historia como el gran salvador, lo único que ha ocurrido es el fracaso.

Hoy necesitamos abrir espacio para que la ciudadanía organizada participe. No necesitamos de un líder sino de una multiplicidad de estos; mejor aún, de comunidades enteras trabajando con el solo propósito de tener un México mejor.

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