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El plan secreto de Londres para usar psicópatas contra una posible hecatombe nuclear

Por Agencias

Publicado el viernes, 31 de octubre del 2014 a las 21:57


Documentos del Archivo Nacional recientemente revelados hablan de una efímera propuesta para reclutar a psicópatas

Londres.- Documentos del Archivo Nacional recientemente revelados hablan de una efímera propuesta para reclutar a psicópatas para que ayudaran a mantener el orden tras un figurado ataque nuclear.

Más de 300 megatones de bombas nucleares explotan sobre Reino Unido en el espacio de 16 horas.

Muchas ciudades son destruidas, millones de personas mueren por las explosiones, millones más sobreviven y padecen enfermedades causadas por la radiación.

En unos búnkeres hay 12 comisarios regionales con su personal, listos para salir y tomar las riendas.

¿Cómo lo hacen? ¿Cómo pueden restaurar el orden y comenzar con la reconstrucción?

Esto era lo que un ensayo de alto secreto del Ministerio del Interior británico pretendía probar en 1982, según documentos recientemente difundidos por el Archivo Nacional.

Operativo “Regeneración”

Con el optimista nombre de “Regeneración”, este ejercicio era un juego de guerra que exploraba los primeros seis meses después de un supuesto intercambio nuclear en la Tercera Guerra Mundial.

Se enfocaba en una región central de Reino Unido: los cinco condados de Derbyshire, Leicestershire, Lincolnshire, Nottinghamshire y South Yorkshire.

Los funcionarios se imaginaron lo que pasaría después de que cayeran las bombas. Conocían los objetivos más probables en la zona y predijeron cómo los daños se extenderían en forma de “anillos”.

En los epicentros de las bombas habría un daño “inimaginable”; en los anillos exteriores, “paneles rotos” y “escombros en las calles”.

Los consejeros científicos calcularon que el 50% del país quedaría intacto aunque los sobrevivientes podían verse afectados por los efectos secundarios de la radiación.

Psicópatas para mantener el orden

Al planear el juego de guerra, una funcionaria intentó imaginar cómo se mantendrían la ley y el orden tras los ataques.

Jane Hogg, científica del Ministerio del Interior, visionó cómo la policía estaría ocupada ayudando en las zonas golpeadas por el desastre y sugirió que se reclutara a otro grupo para mantener el orden.

“Es sabido que cerca del 1% de la población es psicópata”, escribió.

“Son personas de las que se espera que no presenten efectos psicológicos en las comunidades que sufrieron las peores pérdidas”.

Hogg sugirió que los psicópatas serían “muy buenos en la crisis” ya que “no tienen sentimientos por los demás, ni un código moral y tienden a ser muy inteligentes y lógicos”.

Sus jefes no quedaron convencidos.

Uno apuntó: “No estoy nada seguro de que me convenza. Los percibiría como peligrosos fueran o no reclutados de forma organizada tras el ataque”.

La opción de los psicópatas no fue integrada en el ensayo, que fue desarrollado por la unidad de investigaciones del gobierno local.

Similar a la película Threads

El ejercicio dispuso una serie de sucesos locales a los que tenían que reaccionar los involucrados conforme se acercaba la guerra y después de que cayeran las bombas.

Los “jugadores” -funcionarios, agentes de policía, bomberos y militares- iban recibiendo opciones según avanzaba el simulacro.

Por ejemplo, según se avecinaba el ataque, el ensayo imaginó al director ejecutivo de South Yorkshire haciendo declaraciones públicas muy pesimistas sobre la supervivencia en caso de guerra.

15 mil familias abandonaron su área y acamparon en la cercana Derbyshire, en tiendas de campaña y caravanas. “¿Qué hacer?”, planteaba el juego.

Después del breve y mortal ataque, el ejercicio “Regeneración” se imaginó los cuarteles generales fuertemente afectados: el búnker de Leicester destruido, la sede en Lincoln y la de Sheffield perdidas. Sólo Derbyshire, con su sede en Matlock, quedó indemne.

Si esto le empieza a sonar remotamente familiar, es porque se parece mucho a la trama de la galardonada película de la BBC para televisión, Threads, que fue transmitida en 1984.

Threads siguió el destino de dos familias en South Yorkshire, antes y después de la guerra nuclear.

Aclamada en su momento como un retrato sorprendentemente detallado del impacto de un posible ataque nuclear, se parecía mucho al ejercicio “Regeneración”.

El productor del drama, Mick Jackson, sabía del ensayo y los archivos muestran que hizo una petición formal para participar. La petición fue denegada.

El colapso o desorden reflejado en Threads fue tal y como el juego imaginó los días y semanas posteriores al ataque.

Surgieron grupos vigilantes que desafiaban a las autoridades.

En los búnkeres, decayó la moral. Parte de la industria sobrevivió, pero ¿quién la dirigiría y cómo? La administración era débil.

Ejercicio malogrado

En mayo de 1982 en el centro de formación Easingwold en Yorkshire algunos funcionarios intentaron practicar el ensayo.

No funcionó.

Uno de los participantes dijo que no iba lo suficientemente lejos – se suponía que tenía que reflejar lo que pasaría hasta 18 meses después del ataque nuclear pero se dedicó demasiado tiempo al periodo previo al ataque.

Los funcionarios empezaron de cero, sólo para descubrir que la computadora estaba dañada.

Esto supuso el fin del ejercicio.

Lord Hennessy, autor de El Estado Secreto, dijo que nunca había visto un ensayo de la defensa civil como este, donde se sugería – si bien brevemente- que se podía reclutar a psicópatas para mantener el orden después de un ataque nuclear.

Lo describió como “extraordinario” y “extraño”, aunque observó que fue “eliminado bastante rápido”.

Hennessy ha visto muchos documentos secretos en previsión de una guerra nuclear. “Siempre me quitan el aliento”, dijo.

“Esa sensación de funcionarios que se enfrentan al abismo, imagínese lo inimaginable”.

25 años después del final de la Guerra Fría, la mayor parte de este plan secreto se conoce.

Pero Lord Hennessy advirtió: “Todavía no tenemos los planes detallados para usar el yate real como bunker de la Reina”.

En caso de guerra nuclear, señaló, el yate estaría oculto en los lagos de Escocia fuera del alcance del radar soviético, con la Reina, el príncipe Felipe, el ministro del Interior a bordo.

“Pero no puedo descolgar el teléfono y preguntarle a la Reina: ‘¿Me puede revelar sus achivos para la batalla del fin del mundo, Señora?’ Eso estaría muy mal visto”.

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