Por: Joel Martínez
La política monetaria se está saliendo del control del banco central mexicano.
Lo más evidente se vio el viernes de la semana pasada, un día después del comunicado de Banxico, en donde lo que más resaltó la prensa fue el recorte de 25 puntos base (pb) de la tasa de referencia, para ubicarla en 7.25 por ciento.
El “culebrón” empezó con lo que se conoce en el argot financiero como “el cambio de guía” que generalmente se busca en palabras o frases dentro del comunicado.
Todos los bancos centrales tienen un lenguaje críptico.
En el comunicado del 6 de noviembre hubo un cambio en una frase que el 25 de septiembre decía:
“Hacia delante, la Junta de Gobierno valorará recortes adicionales a la tasa de referencia. Tomará en cuenta los efectos de todos los determinantes de la inflación”.
Y en el nuevo:
“Hacia delante, la Junta de Gobierno valorará recortar la tasa de referencia. Tomará en cuenta los efectos de todos los determinantes de la inflación”.
Todo quedó en quitar la palabra “adicionales”, sólo eso, con los mismos argumentos.
De ahí se elaboró una tesis, a mi juicio, un poco truculenta, que señala que Banxico bajará en diciembre su tasa de referencia a 7%, pero que hay dudas de que siga con los recortes en 2026.
Según esta tesis, en el comunicado del 5 de febrero de 2026 se tendrá que ver cómo le afectaron a la inflación los aumentos en el Impuesto Especial Sobre Productos y Servicios (IEPS) en refrescos y cigarros, el alza en transporte público, etc.
Evaluando estos efectos, decidirían si hacen una pausa o siguen con los recortes de 25 pb.
Los operadores difundieron esta versión empujando un fuerte repunte de los rendimientos el viernes, que se alargó al lunes y martes de esta semana.
El movimiento alcista de todas las tasas es evidentemente exagerado y con tintes especulativos.
¿Qué hicieron con los Cetes?
Subir fuerte sus tasas, hasta que se “aplanara” la curva.
El aplanamiento de la curva es cuando todos sus plazos (de 28 días a dos años) tienen tasas equivalentes a un día, casi iguales a la tasa Banxico, que ahora es de 7.25 por ciento.
Esto se lee como que el mercado “no compra” ningún recorte más de la tasa de referencia.
Algo totalmente absurdo.
También hicieron que los rendimientos de los llamados bonos “M” se dispararan al alza.
La tasa del bono de 20 años pasó de 9.46% el 6 de noviembre, día del comunicado, a 9.57 el martes 11.
Igual pasó con las tasas de todos los Udibonos, que pagan rendimientos sobre títulos cuyo valor crece con la inflación.
Absurdo, sobre todo cuando las tasas de los treasuries han bajado y existe la expectativa de que la Fed recorte su tasa el 10 de diciembre.
De hecho, a la hora de publicarse el comunicado el 6 de noviembre, las tasas ya habían dado un fuerte brinco con argumentos francamente especulativos.
La tasa de 20 años había escalado de 9.13% el 16 de octubre, a 9.46 el 6 de noviembre.
El mismo escalamiento de rendimientos se observó en todos los bonos de tasas nominales llamados “M”, como en los de tasa real conocidos como Udibonos.
Ni siquiera las declaraciones de Victoria Rodríguez, gobernadora de Banxico, del lunes pasado, diciendo que recortarían la tasa de referencia en diciembre, calmaron la especulación.
Fue hasta ayer, gracias a las fuertes caídas de los treasuries y a declaraciones de dos subgobernadores, que se logró reducir la especulación.
Para Omar Mejía, la inflación llamada subyacente dejará de estar presionada a partir de enero, por dilución de los impactos de los productos pecuarios (carne) por problemas de producción, por el dólar barato y por los efectos de la atonía de la economía.
Por su parte, Jonathan Heath fue más contundente declarando que la aplicación de los denominados impuestos saludables (la causa del culebrón) tendrá un impacto “muy marginal” en el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC).
Aclaró que será un aumento de una vez por todas en enero y no tendría por qué darse uno generalizado de precios, que es como se identifica a la inflación.
“El mayor riesgo (.) es el nuevo aumento del salario mínimo”, advirtió.
La burbuja debe pincharse.
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