En 1989 en México se empezaron a tomar medidas de acuerdo a una tendencia al neoliberalismo, México acababa de unirse al GATT un acuerdo que permite un comercio más libre entre las naciones, y ponía al alcance de empresas y ciudadanos, mercancías, a precios a veces atractivos y con un proceso realizable.
En ese momento, Bartlett estaba por ser gobernador priista de Puebla, AMLO hacía disturbios a nombre del PRI, y la gran mayoría de los que ahora son ‘morenacos’, militaban en el partido aplanador, (apodado entonces así) del PAN ni la foto querían.
Las medidas pro-neoliberales eran una receta obligada por el Banco Mundial, sabiendo que era la única forma de tener un México viable, privatizar un sinnúmero de paraestatales que fueron expropiadas o erigidas para mejorar precios y productos, y acabaron siendo franquicias o cotos de poder, y empeoraban las finanzas.
El servicio de gobierno al público mejoró superlativamente, y los procedimientos de licitaciones de infraestructura y servicios de gobierno se hicieron más estrictos, baratos y mejores, lo que definitivamente restó fuerza al cambio, fue que el PRI, no podía olvidar su esencia de manipulador social, una aberrante frase: “liberalismo social” indicaba el surrealismo oficial.
Zedillo hizo más cambios en pro del neoliberalismo, algo que lo llevó a ser odiado por la caterva de parásitos oficiales.
Para una opereta de país como México, el tener un estado que interviene cada vez menos, que deja que cada cosa o servicio, sean vendidos, como la mejor opción del mercado, sonaba como música angelical a quienes sobrevivimos al periodo populista de Echeverría y sucesores, sin niveles de nirvana, era lo mejor que nos podía pasar.
Se empezó a notar el cambio en las cuentas públicas, en los sexenios de Zedillo, Fox y Calderón, la deuda externa y demás cuentas fueron disminuyendo en varios rubros, a pesar de tener un congreso en contra que inflo siempre el presupuesto.
No sorprende que la candidata oficial afirme que “el neoliberalismo, fracasó” claro, en las mentes de Zaldívar, Bartlett, Gertz Manero, y demás parásitos oficiales, un estado que gasta menos y no los deja robar, es un fracaso.
Un México saludable es el que gasta, exclusivamente, un monto igual o menor al monto recabado de impuestos, en este régimen, se han gastado más de dos billones y medio de pesos, en aliviar, infructuosamente, a Pemex y CFE. Ese monto equivale al gasto anual de los estados por dos años,
Tarde o temprano, un país que gasta mucho más de lo que recauda hace crisis, al baile vamos.
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