Arte
Por Christian García
Publicado el viernes, 7 de mayo del 2021 a las 04:22
Saltillo, Coah.- “No podemos imaginar lo que no podemos ver y no podemos ser lo que no podemos imaginar”, sostiene la periodista deportiva Marion Reimers, quien ha cubierto numerosas competencias internacionales y que ahora busca que las niñas se animen a jugar para que, en el futuro, sean ellas las que dominen las canchas, las pistas, las albercas y, sobre todo, su cuerpo, y para lograrlo se vale de un recurso: iluminar la historia oculta de las mujeres en el deporte.
En su investigación, Reimers halló deportistas que renovaron su disciplina o que marcaron una pauta en la misma, además conoció el pasado y presente de muchas competencias que muestra en ¡Juega como Niña! (Planeta, 2021), libro que nació a partir de una pregunta: “¿por qué a las mujeres se nos negó una actividad que tantas otras personas disfrutamos y que nos otorga increíbles beneficios?”.
Para Reimers hay una respuesta histórica y cultural detrás de la cuestión, y tiene que ver con un pensamiento machista que buscó durante mucho tiempo alejar a “las mujeres del ámbito público pero también dentro del deporte, que es una parte sustancial de la vida pública”, de ello que un libro como este fuera “una asignatura pendiente que, como sociedad, teníamos desde hace mucho tiempo con la participación de las mujeres”.
Así, esa idea de que los deportes son solo para los varones es un concepto dañino, apunta Remiers, quien considera que los beneficios de salud y sociales que otorgan los juegos de este tipo se vedan a las niñas, pero también se les niega una parte esencial de conocer el mundo y a sí mismas.
Además, agrega la autora, se oculta una parte esencial de la historia de la humanidad: la participación femenina en las actividades del mundo.
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Creo que estamos perdiendo a las mujeres a una edad muy sensible que es cuando son niñas y cuando más se disfruta el juego, si bien de adulto también lo puede disfrutar, es en esa edad cuando empezamos a echar a andar toda esa parte de la motricidad, el ejercicio físico y empezamos a relacionarnos con nuestro cuerpo de otra manera.
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Y esa pérdida de las niñas en los deportes tiene que ver con que muchas veces se nos ha dicho que la actividad física no es para nosotras y se nos ha aislado, pero no solamente en la práctica sino también en la narrativa, porque nos han contado una historia que no incluye la actuación histórica de las mujeres en esto. Entonces ¿por qué no hacerla?”, comentó a Zócalo en entrevista.
El cuerpo que habito
¡Juega como Niña! Se vale de muchos recursos para crear un libro lúdico y sencillo: biografías de deportistas, datos científicos que derriban mitos culturales, y un repaso por la milenaria historia del deporte.
Pero también ahonda en temas como si las las personas de capacidades diferentes pueden practicar deportes o los procesos y cambios físicos que viven los deportistas. Todo ello con un objetivo: “vincularnos a nuestro cuerpo”, apunta Remiers, y de ahí relacionarse con el mundo.
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Lo importante del deporte es, también, apropiarnos del espacio que vamos a habitar por el resto de nuestras vidas y en el que hemos estado siempre: nuestro cuerpo. Podemos hacer de él una prisión o un mecanismo liberador, pero todo lo que nos lo niega son construcciones culturales que son muy fuertes porque están ancladas a una forma de pensar machista.
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Eso también quiere decir que este espacio nos ayuda a recorrer el mundo y, aunque suene dramático, en un país como México es necesario que nuestro cuerpo tenga, por lo menos, la fuerza para hacernos correr. Entonces lo importante del cuerpo es que a través de su reapropiación podremos, como mujeres reapropiarnos de los espacios públicos”, explicó.
De esta forma ¡Juega como Niña! Se convierte en algo más que un tratado para animar a las niñas a jugar y conocer el mundo del deporte, se transforma en un repaso del valor de las mujeres para inspirar un mejor futuro.
O como apunta la escritora “todas las mujeres son motivos de inspiración porque hemos encontrado, históricamente, una y otra vez un nivel de resiliencia enorme frente a una realidad que muchas veces es desgarradora y desgastante y que, aunque nos ha hecho muy resilientes, también nos ha hecho sentir muy solas. Entonces creo que todas las mujeres somos, de una u otra manera, una fuente de inspiración”.
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