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Las mujeres y sus jaulas: ¿quién tiene la llave?

Por Irene Spigno

Hace 2 meses

¿Han visto la serie española Machos Alfa? El tema central es la deconstrucción del sistema patriarcal que intentan vivir cuatro hombres. Hay un episodio de la segunda temporada que se titula “¿Qué es ser mujer?”. Esta pregunta, en el marco de la serie, surge en un contexto muy específico y con un objetivo muy claro. Uno de los protagonistas de la serie, Santi, por error difunde un video en el que la chica con la que salía, que posteriormente descubre ser la hija de su jefe, expresaba su consentimiento explícito para tener relaciones íntimas con él. Una vez terminada la relación, ella le pide eliminar el video. Él intenta eliminarlo, pero uno de sus amigos le sugiere guardar una copia, por cualquier eventualidad. Al no saber exactamente cómo hacerlo, entra en pánico y por error envía el video al intranet de la oficina.

Al intentar disculparse frente a su jefe, padre de la chica con la que tuvo una relación consensuada, a Santi no se le ocurre otra cosa que decir: “Es que me siento mujer”.

A partir de allí empieza un análisis muy divertido, pero profundo, sobre lo que significa “ser mujer”. La pregunta es muy válida: ¿Qué significa, hoy en día, ser mujer? Ya lo dije hace algunas semanas: las personas somos seres complejos y la sociedad, de distintas maneras, ha tratado de simplificar esta complejidad asignándonos roles para que la vida funcionara como una máquina perfecta.

Sin embargo, este mecanismo ha favorecido a algunas personas, principalmente a los hombres (y en particular a aquellos que poseen ciertas características), quienes han sido los principales arquitectos de una sociedad patriarcal y machista que ha relegado a las mujeres a los espacios domésticos, privándolas de la posibilidad de participar en el espacio público como seres demasiado emocionales o ciudadanas de segundo nivel, entre muchas otras excusas absurdas.

Es cierto que hemos avanzado mucho en la construcción del camino hacia la igualdad, especialmente en términos de derechos. Al menos esto es lo que indican los tratados internacionales, las constituciones y las legislaciones. Pero la realidad es muy diferente.

Ser mujer, hoy en día, en 2024, sigue siendo una tarea muy compleja. Porque, incluso en el mejor de los casos, cuando tenemos iguales derechos, casi nunca tenemos iguales oportunidades.

Además, ¿existe una sola manera de ser mujer? Creo que no. Aunque nos hayan intentado enseñar que las mujeres deben hablar de cierta manera y comportarse según ciertos protocolos, existen muchos estereotipos que nos rodean sobre cómo deberían ser las mujeres en todas las facetas de su vida: familiar, social, profesional y personal.

Estos estereotipos no son otra cosa que jaulas. Para muchas de nosotras, jaulas de oro, debido a los privilegios que tenemos. Otras mujeres no son tan afortunadas, y sus jaulas no son de oro.

¿Y si les dijera que muchas de nosotras tenemos la llave para abrir esa jaula? La llave está en nuestras manos, y con ella podemos concentrarnos no en cómo, como mujeres, deberíamos comportarnos, sino en qué tipo de mujer queremos ser.

Quiero ser una mujer que nunca se cansa de soñar y hace todo lo posible para convertir esos sueños en realidad. Quiero seguir creyendo en la magia, no en pócimas o brujería, sino en la magia que reside en los corazones de las personas que aman de manera pura e incondicional.

Quiero ser una mujer guiada por la pasión y la emoción, convencida de que transformar el mundo es posible, que los ángeles existen y que el universo nos los brinda en múltiples formas, incluidas las personas buenas que enriquecen nuestras vidas.

Quiero ser una mujer libre, que no juzga, que respeta las decisiones de las demás personas y siempre está dispuesta a apoyar a quien lo necesite. Quiero ser una mujer sincera y transparente que siempre va a decir lo que piensa, incluso cuando esto no sea del agrado de todos, siempre con la intención y el objetivo de ayudar a las personas a encontrar su propia fórmula mágica para construir su mejor versión.

No sé qué tipo de mujer debería ser, y tampoco me interesa. Sólo seguiré el legado que me dejaron mi mamá, Anna, y mi papá, Mario: ser la mujer que quiero ser. Y es esa mujer, la que está escribiendo estas líneas, la que espero, querido lector, querida lectora, te ayude a encontrar tu mejor versión.

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