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Grupo Zócalo
Publicado el martes, 21 de octubre del 2025 a las 04:16
Ciudad de México.- La inminente revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) ha encendido las alertas en el sector automotor. Aunque el Gobierno de México ha planteado la posibilidad de una negociación bilateral -y no trilateral, como sucede actualmente- la industria no ve con buenos ojos este cambio, pues teme que afecte la competitividad y la integración regional que ha impulsado su crecimiento durante más de tres décadas.
Las nuevas políticas del presidente Donald Trump han puesto sobre la mesa una amenaza seria para la industria automotriz de América del Norte. La posibilidad de modificar el T-MEC y sustituirlo por acuerdos bilaterales amenaza con fragmentar el ecosistema productivo que, desde el TLCAN ha impulsado a los tres países como un bloque industrial de peso global.
La Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA) considera clave mantener la visión trilateral para conservar la competitividad. El organismo, que agrupa a los fabricantes de vehículos ligeros en México, expone: “con el TLCAN, y ahora el T-MEC, los tres países nos hemos beneficiado por más de 30 años. En el entorno global sólo podremos competir con el resto del mundo manteniéndonos como una región”, expone el organismo en un posicionamiento compartido a Expansión.
El sector considera que un viraje hacia acuerdos bilaterales pondría en riesgo los avances alcanzados en la integración de cadenas de valor.
Entre los principales defensores del esquema trilateral está Toyota, que en noviembre pasado anunció una inversión de mil 450 millones de dólares para modernizar y equipar sus dos plantas en México, ubicadas en Baja California y Guanajuato, con miras a producir la nueva generación de la camioneta Tacoma y su versión híbrida.
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Tenemos más de tres décadas generando nuestras estrategias bajo este fundamento, por ello, es claro que necesitamos mantener esta visión”, comenta Lizette Gracida, directora senior de Relaciones Institucionales y Comercio Exterior de Toyota México.
La automotriz japonesa opera 14 plantas en la región: 11 en Estados Unidos, dos en México y una en Canadá. Pero más allá de la producción terminal, Gracida enfatiza que la fortaleza regional radica en una red compartida de proveeduría y tecnología.
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En México, hacemos compras muy importantes a proveedores mexicanos de manera anual de más de 4 mil millones de dólares, entonces esa es la visión y eso es lo que seguiremos privilegiando”, sostiene.
Los primeros síntomas de incertidumbre ya se reflejan en las cifras. De acuerdo con el Inegi, la producción de vehículos ligeros en México registra una disminución de 0.3% en lo que va del año, mientras que las exportaciones acumulan una caída de 0.9 por ciento.
El impacto es aún más severo en la industria de vehículos pesados, cuya producción cayó 34.5%, y cuyas exportaciones son 29.1% menores que el año previo. Para este segmento, la certidumbre jurídica que ofrece un tratado trilateral es fundamental.
A nivel global, la presión competitiva también se intensifica. China ha ganado terreno como el mayor fabricante mundial de vehículos, en especial eléctricos, desplazando progresivamente a Estados Unidos, Japón y Alemania en capacidad productiva y adopción tecnológica.
En ese contexto, mantener la cohesión de Norteamérica como bloque manufacturero adquiere un valor estratégico.
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