Arte
Por EFE
Publicado el viernes, 23 de julio del 2021 a las 12:49
Berlín.- Bayreuth es un festival tradicionalista, que se ciñe con rigor a una serie limitada de piezas de Wagner, de acuerdo a los designios del fundador.
Nada será como siempre, sin embargo, en esta temporada.
Como la mayoría de los eventos culturales europeos, el año pasado canceló por completo su edición, por imperativo del Covid-19. Baviera empezaba entonces a recuperar algo de actividad cultural, tras el parón dictado en la primera oleada de la pandemia.
Pero el festival optó por no tratar de ofrecer ni siquiera actos al aire libre. A las restricciones impuestas en la vida pública y cultural se sumó la prolongada baja por enfermedad de la directora del festival y biznieta del compositor, Katharina Wagner.
Bayreuth quedó no solo en silencio, sino también con algunas incógnitas acerca de su futuro. Katharina, al frente del festival desde 2008, volvió a su trabajo el pasado otoño. Hasta hace unas semanas no se ha acabado de pulir el programa y el aforo, ya que todo seguía supeditado a la evolución del coronavirus.
Sin alfombra roja, pero con lealtad wagneriana
El estreno del nuevo “Anillo del Nibelungo”, que inicialmente se preveía para este año, quedó aplazado a 2022. Llevar a escena la costosa tetralogía sin saber en qué condiciones se celebrará el festival parecía arriesgado.
Habrá una “Valkiria” experimental, dirigida por el finlandés Pietari Inkinen, con escenografía del austríaco Hermann Nitsch. Las tres piezas restantes estarán presentes en un ciclo llamado “Diskurs”, que no tendrá lugar dentro del teatro, sino como experiencia artística al aire libre.
Completarán la temporada, que como todos los años se cierra el 25 de agosto, la reposición de los “Maestros Cantores de Núremberg” de Barrie Kosky y la del “Tannhäuser” de Tobias Kratzer. A falta de un “Anillo” completo habrá dos conciertos wagnerianos, con Andris Nelsons y Christian Thielemann a la batuta.
Ni en la apertura ni en días sucesivos se colocará la alfombra roja por la que desfila la plana mayor de la política bávara, así como la wagneriana canciller Angela Merkel y su esposo, Joachim Sauer.
El festival espera su presencia, como viene siendo habitual desde hace años -en el caso de Merkel, desde sus tiempos de líder de la oposición- pero sin despliegue de medios ni público vitoreante, ya que el acceso a la colina solo será posible para los asistentes al festival.
El aforo se ha reducido a menos de la mitad -habitualmente son 2 mil butacas por gala, ahora serán poco más de 900.
Como ocurre en la mayoría de eventos en Alemania, solo podrá acceder al teatro quien tenga la pauta de vacunación completa, sea paciente recuperado o presente un PCR negativo.
Las restricciones imperan asimismo en la parte artística. El magnifico coro del festival no estará presente sobre el escenario, sino que intervendrá en formato reducido o pregrabado.
Una luz de esperanza operística
La reapertura de Bayreuth será “una señal de esperanza para los artistas, que finalmente podrán actuar de nuevo ante el público y en directo”, en palabras de la ministra de Cultura, Monika Grütters.
La vida cultural estuvo cerrada a cal y canto durante meses en Alemania. La reapertura se inició en mayo y ha sido cautelosa, esencialmente con eventos al aire libre o de aforo muy restringido.
El festival Richard Wagner se celebra en un momento de preocupación por la evolución de las infecciones. La incidencia, que había bajado hasta los 5 casos semanales por 100 mil habitantes hace unas semanas, vuelve subir de manera aún leve, pero continuada, y se sitúa en los 13,2 casos en siete días.
Un 60 % de la población recibió al menos una dosis de la vacuna y un 48,5 % tiene la pauta completa. Pero el ritmo de vacunación ha bajado y las autoridades temen el siguiente aumento exponencial de contagios.
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