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¿Tiene futuro el PRI?

Por Columnista Invitado

Hace 2 años

Por: Rogelio Montemayor Seguy

Me gustaría y deseo que sí. El México de hoy difícilmente se entiende sin reconocer lo mucho que el PRI, en sus diversas etapas, ha aportado al desarrollo nacional. Sin embargo, el futuro del PRI luce sombrío.

La elección de 2018, un tercer lugar en la elección presidencial, ganadas unas cuantas diputaciones de mayoría relativa y en un solo estado la de senadores de mayoría, mandaron al PRI y a los priistas de todo el país un claro mensaje: Basta de corrupción, impunidad e inseguridad; basta de soberbia y desapego de las necesidades populares; basta de políticas de desarrollo que solo benefician a una minoría, que se hace cada vez más rica y que excluye a grandes segmentos de la población de dichos beneficios.

La situación exigía una reflexión autocrítica de las dirigencias partidistas y un programa acorde al mensaje recibido de la ciudadanía. Ello exigía construir una nueva narrativa que empezara por reconocer errores, aun pedir perdón al pueblo de México, por los abusos y delitos de dichos personajes que le habían fallado en cumplir el juramento del cargo conferido en las urnas. Exigía también, apoyado en las lecciones que dan los mejores momentos de la historia del PRI, plantear un nuevo rumbo para superar los retos del presente. Un rumbo que corrigiera los errores del pasado y diera base para la esperanza de un mejor futuro, sin corrupción, con menores desigualdades, con seguridad y sin violencia, con mejores oportunidades de acceso a una vida digna.

Tal reflexión no se dio. Quizás bajo la presión del propio Gobierno de la 4T, los líderes regionales del priismo llevaron a la dirigencia del PRI a un grupo de personas, cuyas historias ofrecían poca base para dar credibilidad a esa nueva narrativa de no corrupción o para construir una visión para impulsar un nuevo modelo de desarrollo que nos lleve a menos desigualdades y mejores oportunidades para todos.

Los resultados de las elecciones de 2021 repiten el mensaje ciudadano: no se confía en el PRI. En las elecciones locales se perdieron varias gubernaturas, y en las federales, se ganaron pocos distritos donde el PRI fue solo, y si bien gracias a la alianza con PAN y PRD y Si por México, el PRI obtuvo más triunfos, estos hubiesen sido derrotas si el PRI hubiera ido solo. Estos resultados revelan el mismo mensaje de 2018. La ciudadanía no confía en el PRI.

La vida democrática de México requiere un PRI fuerte, competitivo, un PRI que impulse el fortalecimiento de las instituciones publicas, instituciones renovadas, fortalecidas y más eficaces, para que así, podamos tener éxito en superar los problemas que más agravian a los mexicanos de hoy.

¿Podrá el PRI volver a ser un partido fuerte, en el cual un número importante de ciudadanos vuelva a confiar y aspirar a ser parte del futuro de México? No lo sé. Sé que con la actual dirigencia no lo logrará. Muchas cosas habían de cambiar para tener al menos oportunidad de merecer de nuevo la confianza ciudadana.

 

Algunas ideas al respecto:

1. Pedir una disculpa al pueblo de México. La gran desconfianza ciudadana hacia el PRI fue ganada a pulso. Ha habido demasiados personajes a quienes ese partido llevó a cargos de representación política que han saqueado y endeudado a sus estados, personajes corruptos y cínicos que abusaron de su cargo y privilegiaron asegurar su situación económica y política personal, sobre la obligación de atender los problemas de las comunidades a las que juraron servir al asumir sus respectivos cargos. Y muchos de estos abusos y actos de corrupción siguen impunes aún hoy.

2. Recuperar el legado de los momentos más lúcidos del PRI, sus aportaciones a la construcción institucional del país y extraer de allí lecciones para el futuro. El PRI nace bajo la divisa de impulsar la transformación del país, de un país de caudillos a uno de instituciones, como lo planteara Calles al dirigirse al Congreso en septiembre 1 de 1928, en ocasión de rendir su último informe de Gobierno.

Congruente con lo anterior, los gobiernos priistas, a lo largo de los años, exhibieron una extraordinaria creatividad para crear las instituciones que en cada época fueron necesarias para la convivencia pacífica y la interacción fructífera entre los mexicanos, en aras de un propósito central y permanente, la promoción de la justicia social.

La primera generación de políticos revolucionarios tuvo una extraordinaria creatividad institucional. Por citar algunos, Obregón y Vasconcelos sentaron las bases del actual sistema educativo. Calles, luego de observar los efectos de la hiperinflación en la Alemania de 1924, promovió la creación del Banco de México, institución que ha sido pilar del país y de su sistema financiero. En los años subsecuentes, diversas necesidades han dado lugar a nuevas instituciones. Por ejemplo, para atender la necesidad de servicios de salud y de seguridad social de los mexicanos, se fundó el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en el Gobierno de Ávila Camacho y luego, en el de López Mateos, el Instituto de Seguridad Social al Servicio de los Trabajadores del Estado ( ISSSTE). Para responder al desafío de la necesidad de vivienda se formó, durante el Gobierno de Echeverría, el Instituto del Fondo Nacional para la Vivienda de los Trabajadores (Infonavit). Para avanzar en la universalización de la educación se instituyó en el Gobierno de López Mateos la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito.

La necesidad de fortalecer nuestra democracia ha requerido diversas reformas. Entre estas destacan la llamada Reforma Política del Gobierno de López Portillo, llevada a cabo por don Jesús Reyes Heroles y José Luis Lamadrid, y el ciclo de reformas iniciado en 1989-90, en el Gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Este ciclo llevó a la creación de las actuales instituciones electorales, mismas que han probado su eficacia y han sido ampliamente aceptadas. El problema sobre la propiedad de los hidrocarburos se resolvió de manera definitiva a favor de la nación, mediante la expropiación petrolera de 1938 del presidente Cárdenas. La necesidad de participar en las corrientes de inversión y de comercio en un mundo globalizado, llevó a la firma de un tratado para crear lo que se conoce como zona de libre comercio con Estados Unidos y Canadá, durante el Gobierno de Carlos Salinas. La necesidad de fortalecer la independencia del Poder Judicial, llevó al Gobierno de Ernesto Zedillo a promover una reforma constitucional para consolidar la autonomía de este poder.

3. Apoyados en dicha herencia creativa, construir una nueva narrativa para plantear a la ciudadanía cómo vamos a enfrentar los retos del presente: Desigualdades, corrupción, violencia en general y hacia las mujeres, deterioro ambiental y cambio climático, al menos.

4. Renovar dirigencias, las actuales carecen de toda credibilidad, y prácticas políticas para recuperar el legado de Colosio, un partido de menos simulaciones y más democracia, comprometido con el país, no con resolver la situación personal de los dirigentes o de aquellos a quienes el PRI lleva a cargos de representación política. Basta de tolerar la corrupción.

El PRI de Coahuila, considerado el mejor PRI de México por sus mejores resultados, ante el nuevo periodo electoral que se avecina haría bien en iniciar el debate sobre los retos que enfrenta Coahuila y los del propio PRI: ¿qué hacer con la carga de la deuda estatal que implica insuficiencias de recursos para muchas de las funciones de Gobierno necesarias? ¿Cómo fortalecer la autonomía y eficacia del Poder Judicial, insumo indispensable para reducir la impunidad y la corrupción? ¿Cómo aprovechar mejor las oportunidades que el nuevo tratado, T-MEC, en materia de comercio e inversión, así como la redefinición de las redes de proveeduría asociadas al conflicto EU-China, le brindan a México? ¿Cómo procesar la definición del candidato o candidata al Gobierno estatal, sin rupturas?, son solo algunos temas cuyo análisis y debate, en mi opinión, podrían fortalecer al PRI estatal y beneficiar a Coahuila.

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