Arte

Publicado el domingo, 4 de mayo del 2025 a las 09:17
Saltillo, Coah.- Salvador se acomoda la calceta azul, le llega casi a la rodilla, lleva un par de chancletas que tienen una base de lámina, está vestido como matachín. Viste un pantalón de manta y camisa rosa, un chaleco y un faldón adornados con carrizos y con borlas de estambre a modo de barbas, ambos son amarillos y con detalles de lentejuelas; en el chaleco tiene bordada la imagen de Cristo, y en la cabeza porta el tradicional penacho de plumas a modo de moja.
Salvador es danzante en el grupo de matachines La Medalla Milagrosa, creado por Cristina Ávila, mujer que hace 12 años fue diagnosticada con cáncer, el cual logró vencer y por ello decidió formar, junto con su familia, este grupo de danzantes para agradecer a Dios y a la Virgen por haber vencido esta enfermedad.
“ De mi parte es por darle gracias a Dios, porque nos da muchas alegrías y todo, otra cosa, por agradecimiento de que me sacó de un cáncer fue que yo la formé. La mía tiene ya 12 años, la danza, y siempre procuramos darle gracias a Dios por medio de mis danzantes”.
Para Cristina la danza de matachines es una manera de agradecer de procurar su fe en Dios, sus danzantes van orando mientras ejecutan las coreografías y eso es lo más cercano a estar en comunión con Dios.
Durante su enfermedad, la fe de Cristina nunca flaqueó, su fervor en Dios y la Virgen fue lo que la motivó a luchar contra esta enfermedad y lo logró, por ello decidió formar este grupo de danzantes matachines.
“ Mi danza la empecé junto con unos seminaristas a quienes asistía en mi casa, entonces les decía que tenía la idea de hacer algo para agradecerle a Dios que me sacó del cáncer, entonces ellos fueron los que me dieron la idea de empezar una danza”.
La danza de matachines La Medalla Milagrosa está conformada por los hijos de Cristina, sus sobrinos y demás familiares, en quienes inculcó ese fervor por agradecer a Dios a través del baile.

Los danzantes matachines o matlachines son una tradición tlaxcalteca que trajeron los primeros que llegaron a Saltillo para apoyar la fundación de la Villa Española en 1591, relató el historiador Carlos Recio.
“ El significado simbólico, o lo más importante que podemos retener como una parte de la identidad de Saltillo, es que pertenece a esa vertiente indígena, esa vertiente no aborigen de los chichimecas, sino de las personas que acompañaron a los españoles, los tlaxcaltecas, a finales del siglo 16”.
Aunque no existe registro histórico sobre esta danza antes del siglo 20, el historiador señaló que fue a partir de 1920 que se tomaron fotografías de matachines danzando afuera de iglesias como el Santuario, El Calvario, Santo Cristo del Ojo de Agua, y por supuesto, la Catedral de Santiago.
“ Danzaban alrededor de las iglesias, es decir, en el atrio de la Catedral o cerca de la escalinata del Ojo de Agua, en los alrededores del Santuario o en la explanada que estaba, que ahora es más pequeña, del Calvario, pero no había un traslado de un sitio al otro”.
Recio Dávila explicó que cada barrio tenía su propio grupo de matachines y que no desfilaban como ahora, que se organiza la Matlachinada. Este recorrido fue un proyecto de cultura de las administraciones municipales para rescatar esta tradición.
Salvador ya está preparado, junto con su hermana se prepara para la presentación que tendrán en un festival artístico, esta vez no danzarán afuera de una iglesia.
En la década de los 70, los matachines estuvieron a punto de desaparecer, era cada vez más difícil conseguir un grupo de danzantes no había quién continuara con esa tradición.
Antes estos grupos eran integrados por 12 danzantes que estaban dirigidos por un capitán que dominaba los pasos y tocaba los sones que se iban a hacer, por lo regular tocaban con un violín y un tambor.
A través de los años la danza de matachines se fue diversificando y se fue haciendo muy popular entre la población debido a la vistosidad de los trajes y por un personaje que de inmediato llamó la atención el tradicional “viejo de la danza”.
Hay todo un simbolismo, entre el capitán, los danzantes que eran como los apóstoles de Cristo y también estaba representado el mal que era el viejo de la danza”.
El objetivo del “viejo de la danza” era romper la armonía de los danzantes, similar a lo que hace el personaje del Diablo en las pastorelas. El Viejo de la Danza siempre va vestido con harapos, con una máscara de cuero, lleva un látigo y una muñeca estilo vudú con la que asusta a los niños.
Es así que la danza de matachines no sólo es una representación artística, su simbolismo va más allá de la cultura, para algunas personas como Cristina es una representación de su fe, es la forma de agradecer a Dios.
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