Saltillo, Coahuila.- España, la patria de la fiesta brava, recibió la noche del jueves un canto de amor en voz de los instrumentos de quienes integran la Orquesta Filarmónica del Desierto (OFDC) en un concierto llamado Homenaje a la Madre Patria, que contó con la dirección de Román Revueltas y el violín de Manuel Zogbi.

El interior del Teatro de la Ciudad Fernando Soler se transformó en una taberna madrileña por la cual recorrían los sonidos de la zarzuela La Verbena de la Paloma, de Tomás Bretón.

Subió al escenario Román Revueltas, quien, sustituyendo a Natanael Espinoza en la dirección, inició con el movimiento de manos para dar las primeras notas de Sinfonía Española para Violín y Orquesta, Op. 21, del músico Edouardo Lalou.

El primer movimiento de la obra arrancó lento, entrecortado, en el cual violines y flautas daban el acento a la melodía hispánica, que recordaba a los embates de un toro al torero.

El Allegro Non Troppo, como se llama esta pieza, tuvo los sonidos estridentes del violín, pero que logró hacer efecto en las emociones del público, dando un ambiente de melancólico que hizo pensar en una noche de bohemia en Madrid.

VIOLÍN VIRTUOSO

El segundo movimiento fue el que recibió en el escenario el saltillense Manuel Zogbi, cuyo sonido del violín parecía reír o llorar según el minuto del llamado Scherzando Allegro Molto, pues en ocasiones era un sonido feliz y en otros era un triste canto dirigido a una maja española, pero que termina con una felicidad absoluta, como si el músico hubiera besado realmente a una dama.

El Intermezzo de la sinfonía fue la prueba de fuego para Zogbi, pues un energizante solo de su violín fue el que inundó por completo el teatro. La rapidez de sus dedos a través de las cuerdas llenaban al intermedio de la obra como uno de los puntos culminantes, pues daban rienda suelta a la capacidad del solista para interesar al público en una pieza destinada a lucirse, cosa que logró.

La solemnidad y la melancolía llegaron de nuevo, a través del sonido de las flautas en Andante, obra casi fantasmal, casi oscura y de nulo acercamiento al sonido español como en las obras anteriores, porque entre su tristeza sonora había más una marcha fúnebre que una fiesta española.

La península ibérica se desgarraba ante el triste sonido de las cuerdas del violín de Zogbi que en su punto culminante fue un drama derrochador de sentimientos.

DESPIDEN A LA MADRE

El último movimiento fue el Rondo Allegro, pieza festiva que hace contrapunto con el triste Andante anterior. Este resabio a poesía andaluza obligaba a Zogbi a recorrer todos los registros de su violín: agudos, graves y mezclas técnicas salían de las llamadas “tripas de gato” del instrumento que cargaba, con gran gusto al hombro.

Al terminar la sinfonía, Zogbi, en compañía del pianista Alejandro Reyes-Valdés, interpretó Madrid, la canción que El Flaco de Oro, Agustín Lara, escribiera para homenajear a la capital española y que sirvió para dar un descanso al público y a los músicos durante el intermedio.

La OFDC ofreció además las piezas Alborada del Gracioso, de Maurice Revel, pieza divertida y rápida, y también El Sombrero de Tres Picos con la Suite 1 y 2, de Manuel de Falla, obra con la que la Filarmónica finalizó el evento de esa noche y rindió sus honores a España.

La OFDC ofrecerá su próximo concierto dedicado a Ludwig V. Beethoven. La cita será el miércoles 7 de junio. La dirección será de Natanael Espinoza, y Rodolfo Valdés estará como solista en el piano.