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Coahuila

Recordando el ayer

Por Carlos Gaytán Dávila

Hace 3 semanas

Despertar casi de madrugada, para ir de caminata a la sierra y oler el aire purísimo de Zapalinamé que bañaba materialmente el valle donde hace ya muchas lunas nací, ¡era una delicia!

El sábado por la mañana emigrábamos hacia la sierra del cuatro, con lonche y pertrechos para pasar una noche en el campo y, a la tarde siguiente, regresar para darnos un rápido baño e ir a la tertulia dominical del deportivo Ojo de Agua. Esas eran nuestras grandes y sanas diversiones.

Tocaba cada domingo por la tarde La Orquesta de la Agujita. Aquel viejo equipo de sonido marca Radson que hábilmente manejaba el radiotécnico José Ángel Hernández Alfaro, “La Burrita”, y donde hice mis “pininos”, di literalmente mis primeros pasos de anunciador, impulsado por el buen hombre, entre melodía y melodía, pues ya tenía bailadoras que me estaban esperando para darle varias vueltas al patio del famoso centro deportivo.

O si no, nos íbamos a algún domicilio del barrio o de otro barrio, donde regularmente las muchachas organizaban la tardeada, a veces con la música de la radio, bajo la severa vigilancia de los padres. El pretexto era único ¡buscar novio, entre los bailadores! Al que ya habían “echado el ojo” como solía decirse (ya lo habían seleccionado), y se dieron grandes romances y hasta casamientos en esos pasatiempos juveniles.
Eran memorables la tardeadas en la casa de Ernestina Elorza, que luego sería mi compañerita de trabajo en las emisoras de Jaubert Organización.

Muchas de estas y otras costumbres muy saltilleras se perdieron.

Fui un chico de barrio con hábitos muy similares a los de nuestro tiempo, de un estrato humilde, pero honrado y laborioso.

Era un placer recorrer esas callejas retorcidas de mi ciudad de más de 50 mil habitantes, buscando un baile casero. ¡Lo que fuera!, quinceañera, cumpleaños, boda o bautizo, aún no siendo invitado. Y no había problema, la gente no era fijada. Todo eso quedó en el pasado ¿o en el olvido? “Como sonajita dejada en el recodo del camino” , como dijera muy acertadamente el poeta, abogado y diplomático saltillense Jesús Flores Aguirre (no confundir con el locutor de nombre y apellidos iguales).

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